Que nadie eluda su responsabilidad…! (parte II y última)

 En la parte anterior traté este tema de forma pragmática, sin entrar a valorar otras cuestiones subjetivas.

Podría partir de la base de que no entiendo que empuja a algunos compañeros a embarcarse en ciertas misiones de toda índole temerarias.

Pero sí, si lo entiendo…

Se llama pundonor. Lo que no tienen quienes les ordenan tales temeridades.

Treinta y tres años de experiencia profesional me dieron para saber que mis jefes, en la mayoría de los casos, no solo eran unos pusilánimes, dados a cuitas personales para propiciarse un buen destino o una medalla, sino que además carecían del más mínimo sentido de la lealtad.

Que en multitud de ocasiones recibiría órdenes del todo punto imposibles de cumplir, que muchas de ellas pondrían en riesgo mi seguridad personal y las de mi entorno.

No pocas veces me negué a cumplirlas, otras, ese pundonor, la vergüenza torera o lo que fuera, me obligaron a cumplirlas en la forma más adecuada posible.

Por suerte siempre salí bien parado, cuando me negué y cuando no me negué, pero siempre debido a mi buena fortuna.

Vergüenza deberían sentir aquellos que mandan al matadero a sus subordinados, bien sea por negligencia o por temeridad, en el mejor de los casos con una importante carga de ignorancia y siempre por supuesto de deslealtad.

Y todo lo que tienen unos de honorabilidad, lo tienen otros de bajeza moral y profesional.

Y si todo lo descrito puede generar una sensación de indignación, aún generará más cólera saber que muchos de esos mandos temerarios, usarán la muerte de esos ‘hombres buenos’ para empujar a otros al mismo camino, a la vez que se pegan golpes en el pecho para acomodar su guerrera a las futuribles medallas ganadas por sus traicionados subordinados.

La lealtad, una obligación que sólo fluye en un sentido…

¡Que nadie eluda su responsabilidad…!

Albastra Trif