HISTORIA DE FLORENCIO GARRIDO, UN GUARDIA CIVIL EN LA CLANDESTINIDAD POR LA LUCHA DE UNOS DERECHOS.

 

        Mi nombre es Florencio Garrido Vela, nací el 26 de abril de 1.954 en un pueblo de la provincia de Jaén, concretamente en el Castillo de Locubín. A los tres meses, mis padres se desplazaron a otro pueblo que se llama Frailes, de la misma provincia, donde estuve hasta los 10 años. Durante este periodo, me enviaron a la provincia de Badajoz, concretamente a Fuente del Maestre, colegio de los Franciscanos, en calidad de interno era la única manera que tenían mis padres para que yo aprendiera a leer, escribir etc... Allí estuve internado hasta los 14 años. Mientras, mis padres, por motivos económicos, porque no podían subsistir, tuvieron que emigrar a las Islas Baleares. Mis padres siguieron el mismo camino que muchos andaluces, extremeños y otros emigrantes de las comunidades más pobres de España. Mi familia se afincó en Palma de Mallorca, concretamente.   

        Quiero explicar en la parte que me corresponde mi labor en el seno de la Guardia Civil, por la lucha de unos derechos como cualquier ciudadano de este país, que en la Institución Guardia Civil no los hay a finales de Siglo XX  No hablaré de los servicios o intervenciones que realice. Hay otros compañeros que lucharon y algunos hoy días siguen en su afán por conseguir los derechos que son vetados en la Guardia Civil y que cualquier ciudadano de España los tiene. Hablaré de mi experiencia, y agradezco la confianza que han depositado en mi persona los compañeros de profesión y de fatigas, todos los compañeros y compañeras que también han luchado por modernizar, democratizar y cambiar en un sentido progresista el histórico cuerpo de la Guardia Civil. No puedo dejar de mencionar el sacrificio de todas nuestras familias que han sido los principales cimientos, y darle las gracias por su respaldo en todo momento.         

            Intentaré ser lo más exacto que pueda, ser riguroso y contar con pelos y señales como ingresé en el clandestino Sindicato Unificado de la Guardia Civil año 1990, en el año 1994 COPROPER-6J y hoy día A.U.G.C.,  que hice desde dentro, que contactos mantuve. En fin, aportaré, o eso voy a intentar al menos, todos los datos, toda la información, que considere de interés. Trataré de esclarecer, a mi modesto nivel, todo este apasionante proceso. Yo ingresé en la Guardia Civil en el año 1.977, dos años después de la muerte del dictador Francisco Franco. El motivo de mi ingreso no fue otro que el que puede atraer a un joven de 23 años. Me atraía la labor policial, ayudar a los ciudadanos, la labor de investigación. En segundo lugar, también quiero decir que la falta de trabajo fue un motivo suficiente para ingresar en el benemérito cuerpo de la Guardia Civil. Después de pasar las correspondientes oposiciones, ingreso en la Academia que tenia la Guardia Civil en Sabadell y me llevo un gran desengaño.

 ¿Por qué motivos?, se preguntarán algunos. Pues muy sencillo: me di cuenta que, por dentro, la Guardia Civil no tenía nada que ver con lo que yo me había imaginado. Cuestiones como ayuda a los ciudadanos, la lucha por la prevención del delito, esas imágenes donde ves al policía que salva a una persona, no tenían nada que ver con la realidad. Cuando llegas a la Academia y entras en contacto con la Guardia Civil, te das cuenta que es todo lo contrario de lo que te habías imaginado.

             El trato de los mandos de la Guardia Civil era vejatorio, represivo; ellos intentaban inculcarte un miedo atroz a la autoridad, se aprovechaban de sus galones, se pensaban que eran superiores a los demás. Cabos, Sargentos, Tenientes y demás nos aterrorizaban, querían que les viéramos como personas superiores. Para ellos, no éramos seres humanos, éramos números, carne de cañón. Franco había muerto dos años antes y estábamos en plena transición a la democracia. Yo entro en un colectivo, en la Guardia Civil, donde la democracia brilla por su ausencia. A partir de entonces, ya que has superado una serie de pruebas y que sales de la Academia siendo guardia civil, te encuentras con que tienes un sueldo fijo y crees que cuando llegues a tu primer destino todo va a ser distinto a lo que ocurría en la Academia. ¡Que desilusión! Resulta que cuando llegas a tu primer destino, a tu primer puesto, te das cuenta que todo es lo mismo: el trato vejatorio, la represión interna, la falta de respeto. No te tratan como si fueras un ser humano, te tratan como si fueras un robot, un número. Te dan un mosquetón de la posguerra – estoy hablando de enero de 1978- y te dicen que mañana tienes que ir a patrullar. Fue lo que me ocurrió a mí. La patrulla, o correría, es a pie en toda una demarcación y la haces a ocho o diez pasos del jefe de la patrulla o pareja. Mi primer jefe de pareja, hoy en día es suboficial y es una promoción anterior a la mía. Como he dicho, vas a ocho o diez pasos de tu jefe de pareja, él con un mosquetón y tú con otro. Mi primer destino fue en Montcada i Reixach, cerca de Barcelona.

             Y así sucesivamente hasta la hora de finalizar el servicio, desde las 06,00 hasta las 14,00 horas, y volvías a repetir servicio de 22,00 a 06,00 horas. Sueles hacer una serie de paradas. Tus mandos te van marcando un territorio, no tienes ninguna capacidad de iniciativa propia, estás totalmente controlado, te sientes preso de tus mandos, de sus deseos y caprichos. Es duro recordar todo esto, fue una época muy difícil. Van pasando los años. Primero estoy destinado en Cataluña, luego en Madrid, y de Madrid vuelvo a Montcada y Reixach, después a Palma de Mallorca. En Palma de Mallorca, cuando me incorporo al destino, yo ya estaba casado y mi mujer estaba embarazada de mi hija mayor Erika. Estalla el golpe de Estado de 23 F. protagonizado por Antonio Tejero y el sector ultra de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil. En Palma, mi cometido suele ser vigilancia y control de diferentes zonas y personas, Hacienda, Banco España, así como al Delegado del Gobierno en las Islas y la propia Comandancia de la Guardia Civil.

En aquellos años, estoy hablando de la primera parte de la década de los ochenta, al leer la prensa me entero de que ha surgido un sindicato en el seno de la Guardia Civil, el SUGC. Muchos de mis compañeros, y yo mismo, nos alegramos cuando leíamos alguna noticia relacionada con el entonces denominado Sindicato Unificado de la Guardia Civil. Recuerdo perfectamente la detención del cabo Rosa, en Andalucía. A partir de entonces, salían muchas noticias relacionadas con el sindicalismo clandestino en el seno de la Guardia Civil. Estando en Palma un nutrido grupo de compañeros guardias civiles que venían de la Península; venían de Madrid, de Sevilla, Valencia y de otros lugares. Da la casualidad que muchos de esos compañeros estaban en una situación bastante precaria, ni siquiera habían cobrado las dietas que les correspondían. Resulta que alguien de la Comandancia donde yo estaba destinado, no sé quién, pintó en el tablón de anuncios las siglas del SUGC y escribió unas frases reivindicativas. 

           Un compañero de la Comandancia nos avisó de lo que había visto en el tablón de anuncios y lo hizo con el dedo, con tanta mala suerte que alguien, no recuerdo si un oficial o un miembro de los Servicios de Información, se dio cuenta. Los responsables de la Comandancia abrieron una investigación y nos tomaron las huellas a todos los guardias. Al compañero que nos había avisado de lo que alguien había escrito en el tablón de anuncios le hicieron un consejo de guerra en la misma Comandancia. Aquello era algo decimonónico, anacrónico, se te ponían los pelos de punta: un consejo de guerra a finales del siglo XX y en plena democracia…. ¡Qué barbaridad!

         Estamos hablando de mediados de los ochenta. Si no recuerdo mal los medios de comunicación no fueron autorizados a cubrir el consejo de guerra. Los mandos nos citaron individualmente a cada guardia y en todos los destacamentos y nos metieron miedo; también intentaron inculcarnos el odio al SUGC.

           Hubo amenazas y mucha tensión. Piensa que ya había nacido mi segunda hija Vanesa. Ese acontecimiento me marcó mucho. Me acuerdo que el consejo de guerra se celebró en el salón de actos de la Comandancia. Yo pasaba por allí y miraba de reojo lo que estaba ocurriendo. Sentía como impotencia, rabia, veía que lo que estaba ocurriendo era una autentica injusticia, no entendía que se pudiese acusar a una persona sin prueba alguna de haber realizado una pintada en el tablón de anuncios de la Comandancia.

          El compañero fue juzgado y condenado, lo encarcelaron en un castillo militar  eso mismo nos podía pasar a los que ellos sospecharan que tuviésemos algo que ver o por meros indicios, sin prueba alguna. Tanto yo como otros compañeros leíamos la prensa a diario para ver si salían noticias relacionadas con el SUGC, sobre todo Diario 16. Era el año 1.985. 

Este periódico recogía denuncias del SUGC donde se hablaba de la prepotencia y abuso de autoridad de muchos mandos de la Guardia Civil  en todos los rincones de España. Muchos de nosotros empezábamos a asumir las denuncias y las reivindicaciones del SUGC; no queríamos ser militares, queríamos democracia en la Guardia Civil, y veíamos que otros compañeros, en otras provincias, pensaban como nosotros y aspiraban a lo mismo que nosotros. Pero claro, te sentías impotente, no sabías adónde acudir, que hacer. Yo mismo lo comentaba con los compañeros con los que tenía más confianza, pero ninguno de nosotros sabíamos de qué forma podríamos contactar con el SUGC. Pasaron varios meses y volví destinado a Cataluña. Primero fui destinado a Vic durante casi un año y luego a Mollet del Vallés. Los medios de comunicación, tanto de prensa como la televisión, seguían publicando noticias relacionadas con el SUGC. En la televisión salían guardias civiles con capuchas en ruedas de prensa denunciando la represión, la corrupción y la falta de libertad en el histórico cuerpo policial. Algunos tenían acento gallego, andaluz, valenciano, vasco, asturiano…. Me volvía loco, no sabía como contactar con esta gente, pero sabía perfectamente que sentía y pensaba lo mismo que estos compañeros. Recuerdo que cuando los mandos nos veían leer los periódicos, nos fusilaban con la mirada; nos teníamos incluso que esconder para leer la prensa. Hasta nos recomendaban los mandos que no nos relacionáramos con compañeros de la Policía Nacional,  porque se pensaban que eran ellos los que nos inducían a crear un sindicato clandestino en la Guardia Civil. Recuerdo que en la Comandancia de Palma de Mallorca un teniente que era joven nos llamó uno por uno a todos los guardias y nos coaccionó para que dijéramos si éramos miembros del SUGC. Comparaban a los sindicalistas del SUGC con los terroristas de ETA. En aquella época el director general de la Guardia Civil era Sáez de Santamaría. También recuerdo que en Palma de Mallorca un grupo de compañeros conseguimos crear una piña de gente muy solidaria. Matillas, Sabido etc...

          Recuerdo que en el cuartel de Mollet del Vallés llegue a tener una buena relación con tres o cuatro guardias. Nuestras respectivas familias también se hicieron amigas. Algunos guardias llevaban tres o cuatro años en el cuerpo otros entraron como auxiliares para hacer la el servicio militar. Estamos hablando entre el año 88 al 90. El más veterano del grupo era yo. Entonces tenía entre 33 y 34 años. Del grupo sólo éramos tres guardias casados y los demás eran todos solteros. Entre todos llegamos a hacer un buen equipo. Una noche los tres matrimonios Molina y su cónyuge, Soto con su esposa  y nosotros mi mujer y yo, decidimos lanzarnos a la aventura y fuimos a hacer pintadas por todo el Vallés Oriental. 

Fue una manera de colaborar con el SUGC, aunque no tuviéramos ningún enlace con este sindicato clandestino. Todos sabíamos que existían comités en Barcelona, Manresa, Lérida y Tarragona. También teníamos sospechas que un guardia de la agrupación de Tráfico de Granollers era el secretario general del SUGC en la Comandancia de Manresa. La cuestión es que salimos a pintar.

Unos se encargaron de comprar la pintura, otros los guantes. No compramos nada en Mollet por razones de seguridad, nos fuimos a diferentes pueblos que estaban a no menos de 20 kilómetros. Sabíamos que los Servicios de Información no paraban de investigar. En fin, hicimos las pintadas con unos nervios…. Por no decir mucho miedo, una vez terminamos nos reunimos en un lugar para quemar el material sobrante y evitar que los del servicio de Información pudieran encontrar huellas. Nos citamos en La Roca del Vallés (Barcelona), a las tres o las cuatro de la mañana. Era invierno. Había una niebla del carajo. Recuerdo que la primera pintada que hicimos fue en la entrada de Granollers, con la mano izquierda. Pusimos “Libertad para el SUGC”. Y así en todos los pueblos del Vallés Oriental. Fue emocionante. Nadie se puede imaginar los nervios que teníamos. Sabíamos que nos estábamos jugando nuestra libertad, que podíamos ir a la cárcel expulsados de la Guardia Civil y que nuestras familias se quedarían en la calle y sin nada. Pero la emoción, la satisfacción por el deber cumplido, el saber que estábamos ayudando a unos compañeros que llevaban años jugándose el tipo, estaban por encima del miedo. Una vez que regresamos al cuartel, celebramos esta primera acción brindando con Whisky. Estábamos todos, nosotros y nuestras mujeres, muy orgullosos/as de lo que habíamos hecho. Esa satisfacción es INENARRABLE.

          Hicimos lo que teníamos que hacer, porque queríamos que la Guardia Civil estuviera el servicio del pueblo, de los ciudadanos. Al día siguiente nos levantamos temprano para oír lo que se comentaba en el cuartel. ¡Qué satisfacción, Dios mío! Hubo mucho movimientos raros en el cuartel, vinieron miembros de los Servicios de Información de la Comandancia, reuniones con los del Servicio de Información de allí, y también con los mandos. Se rompía el aire que respirábamos. Estaban los nervios a flor de piel. Empezaron a mandar notas informativas. Yo, yendo a patrullar, llevé a algunos de mis compañeros a los sitios donde habíamos hecho pintadas. Era una manera de ver la reacción de los guardias, una forma de tantear a mis compañeros. Llegue a pregunta  a algunos compañeros que si alguien les viniese pidiéndoles 500 pesetas para ayudar a la causa del SUGC si lo harían. Si alguien me decía que sí, ya sabía que ese compañero podría ser miembro del SUGC. Empezamos a captar simpatizantes y a hacer comidas en el monte, reuniones clandestinas. Después conseguimos contactar con el secretario general del SUGC en nuestra Comandancia, el compañero Carlos Fuentes, que pertenecía como nosotros a la misma Comandancia la de Manresa.

Me pareció un compañero de una gran honradez, valiente, superior a mi en todos los sentidos, y no sólo por la estatura. Escuchándolo hablar se te caía la baba. Carlos nos habló de cómo estaba estructurado el SUGC en Cataluña; los comités de Barcelona, Tarragona Lérida y Manresa.

El comité de Tarragona era muy fuerte, porque allí estaba el compañeros Pablo Bonilla, que luego fue detenido; también el de Lleida, que lo dirigía el Sargento Blanco. El de Barcelona tenía su principal fuerza en el Aeropuerto de El Prat. Su responsable era Francisco Rubio. También había una fuerte implantación en Mollet y en toda la comarca del Vallés Oriental.

   Recuerdo que la primera reunión de los cuatros comités a la que asistí fue en Tarragona. Fuimos tres o cuatro compañeros del comité de Manresa. Llegué a conocer a Alejandro Borja de Castellón; buen tío, con su barba, su arrojo, su valentía… (también fue otro de los detenidos). Siempre llevaba la pistola en la mochila. En esta reunión se planificó la estrategia que tenía que seguir el SUGC en Cataluña, que era una zona muy importante para el sindicato. Si el día que conocí a Carlos se me cayó la baba, en la reunión de Tarragona, donde conocí a nuevos y buenos compañeros, se me puso un nudo en la garganta… Creo recordar que fue en un reservado de un bar en la zona del Puerto; éramos 30 o 40 guardias. Poco a poco nos fuimos coordinando en el conjunto de Cataluña. En nuestra comarca nos pusimos en contacto con la directora del Nou Nou, un diario en catalán. Le explicamos lo que pretendíamos. La directora y el redactor jefe del diario, Josep Mas, nos citaron en la redacción de Granollers. Fuimos con nuestros uniformes, nuestros gorros, los galones que habíamos comprado con el fin de hacer ver a los que nos perseguían que no éramos sólo guardias en el SUGC, que también había comandantes de puesto, cabos, sargentos… 

Éramos unos seis o siete y nos sentamos en una mesa ovalada. Nos hicieron una entrevista en la que explicamos los abusos que cometían los mandos contra los guardias. Después nos hicieron unas fotos, pero no nos pusimos capuchas, sino un cartel con el logotipo  del SUGC delante de la cara. Unos estábamos con tricornio otros con la gorra teresiana. ¡Madre de Dios! Dimos, lógicamente, nombres falsos al periodista Josep Mas. Yo me apodaba Charly. Luego pasé a llamarme Esteban (como mi suegro y cuñado). A los dos o tres días salió el reportaje con la foto en portada. Fue increíble. ¡Que alegría! Después supimos que nos apoyaban los sindicatos de clase, del CNP,  la prensa, muchos ciudadanos… Hubo mucho movimiento en los cuarteles, especialmente en Mollet, los guardias se llamaban desde una cabina e iban a comprar el periódico. Conseguimos captar a muchos jóvenes para el sindicato. Fue maravilloso, apoteósico. En nuestra comarca, en alguna comida, nos juntábamos en la montaña “Masías”  ya más de 40 guardias sin problema alguno.

   En el año 90 empiezan las detenciones. Anteriormente, habían detenido al cabo Rosa, que fue visitado en la cárcel de Alcalá por los secretarios generales de UGT y CCOO. Hubo detenciones de miembros del SUGC en toda España (Morata, Bargados, Borja, Linde, Castaño, Piñeiro etc…)

PRENSA

La infiltración de un topo en el Sindicato Unificado de la Guardia Civil (SUGC) organización clandestina- propició el pasado martes la detención en Tarragona de dos destacados miembros del colectivo, uno de ellos José María Baz Bonilla, supuesto secretario general. Los dos detenidos ingresaron ayer mismo en una prisión militar, procesados por un presunto delito de sedición. Luis Roldán, director general de la Guardia Civil, afirmó que las detenciones, junto a la requisa de abundante documentación, suponen un duro golpe para la organización clandestina. 

El secretario de organización del clandestino Sindicato Unitario de la Guardia Civil (SUGC) advirtió la semana pasada de la existencia de un topo que es miembro del servicio de información del cuerpo. Sólo unos días más tarde, se ha producido la detención de Baz Bonilla y Francisco Pedro Ruiz Fernández. El infiltrado, según el citado dirigente, "incluso asistió a una de las reuniones del SUGC celebrada en el Monasterio de Piedra, en Zaragoza, hace unos dos meses". Baz Bonilla viajaba en un automóvil, en el momento de su detención, con José Velázquez Soriano, ”supuesto topo” ex guardia civil que durante varios años estuvo en los servicios de información del cuerpo. Tras prestar declaración ante el juez togado militar de Barcelona, Ricardo Izquiedo, Baz Bonilla y Ruiz Fernández, destinados en el servicio fiscal de la Guardia Civil de Tarragona, ingresaron en la prisión militar del castillo de Figueras, donde cumplieron su condena el ex teniente coronel Antonio Tejero por su intervención en el intento de golpe de estado del 23F.

El secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, declaró ayer en La Coruña que la sindicación de la Guardia Civil no es una reivindicación democrática". "El Gobierno español ha optado porque haya dos cuerpos de seguridad, uno civil y otro militar, al igual que sucede en otros países europeos con democracias consolidadas desde hace tiempo".

Ideólogo

Baz, considerado el ideólogo de la organización nació en León en 1956 y entró en la Guardia Civil en 1976, procedente del Ejército. Llevaba en Tarragona casi cuatro años. Interior lo señala como el secretario general del SUGC, extremo que él negó ayer ante el juez militar.

Baz Bonilla pertenece a la rama moderada del SUGC y estaba enfrentado con la actual dirección, surgida del congreso celebrado a principios de este mes en Bilbao y encabezada por el sector más radical.

Ruiz Fernández es natural de Almería, tiene 32 años y es hijo de guardia civil. Ingresó en el cuerpo en 1976, procedente del Colegio de Guardias Jóvenes. En esa fecha fue destinado forzoso a Tarragona.

Entre la documentación intervenida en el domicilio de Baz, calificada como muy importante por fuentes cercanas a la investigación, figuran diversas actas de reuniones constituyentes de comités provinciales del SUGC, correspondencia con otros miembros del sindicato y con su promotor, el cabo Manuel Rosa Recuerda, encarcelado en la prisión militar de Alcalá de Henares, con quien el detenido mantenía una estrecha relación de amistad, desde Tarragona. También se encontraron recortes de prensa y comunicados, así como listas de afiliados al sindicato, por lo que no se descartan nuevas detenciones. Fuentes próximas a la investigación han destacado que existen datos sobre un centenar de personas. El servicio central de información de la Guardia Civil analizaba ayer la documentación requisada. Según estas fuentes, en las listas figuran miembros del sindicato y otros guardias que no lo son, pero a los que se pretendía captar.

Baz Bonilla, cuya esposa, Victoria Rodríguez, es una de las fundadoras de la Asociación de Cónyuges de Guardias Civiles, había mantenido en los últimos meses diversas reuniones con diferentes líderes del SUGC para establecer la estrategia a seguir en el futuro. En todos sus desplazamientos fue seguido por miembros del servicio de información de la Guardia Civil.

Fuentes próximas al SUGC consideran que la detención de Baz en este momento obedece al deseo de Interior de abortar el proceso de consolidación del sindicato una vez que estaba prevista la celebración de un congreso. Los miembros del sindicato no consideran desarticulada la organización. Uno de los dirigentes de la región valenciana declaró ayer que, al conocer las últimas detenciones, se ha celebrado una reunión "en el norte" para analizar la situación. Con las dos detenciones del pasado martes, son ya ocho los guardias encarcelados en prisiones españolas por su pertenencia al SUGC.

El Ministerio de Defensa ha decretado la suspensión de funciones y el cese en sus destinos de los guardias civiles Francisco Rubio Rodríguez y Carlos Fuentes Mendoza, acusados de sedición como presuntos dirigentes del clandestino Sindicato Unificado de la Guardia Civil (SUGC).

Los dos guardias estaban destinados en el destacamento de tránsito de la autopista A-7 en la localidad barcelonesa de Granollers. Carlos Fuentes y su compañero Francisco Rubio fueron detenidos el 6 de junio de 1990 e ingresaron en la prisión militar de Figueres (Gerona). El juzgado togado militar territorial número 31 de Barcelona dictó un auto de procesamiento contra ambos por un presunto delito de sedición.

La resolución contra los dos agentes justifica la decisión "en la imputación formal de un delito que atenta gravemente contra la disciplina como pilar esencial sobre el que se asienta el cuerpo de la Guardia Civil". El texto agrega que "la gravedad de los hechos dirigidos a implantar un sindicato de carácter clandestino en el cuerpo, que mediante su información a la prensa y otros medios de comunicación ha obtenido una gran repercusión social, ha causado un grave perjuicio para la Guardia Civil".

En la prensa se podía ver en aquellos años las fotos de guardias en uniforme detenidos por compañeros e introducidos a porrazo limpio en los furgones celulares. Son imágenes muy duras de recordar. Esas detenciones  fueron increíbles. El PSOE llevaba gobernando ocho años y en su programa electoral había prometido la desmilitarización de la Guardia Civil. Luego, resulta que esta promesa no se cumplió. Como he dicho, comenzaron las detenciones: Galicia, Asturias, País Vasco, Valencia, Toledo, Extremadura, Cataluña… Empiezan a desmantelar el SUGC. En Cataluña, como se ha visto antes, detienen a los compañeros Baz Bonilla, y Rodríguez y los llevan al castillo militar de Figueras.

Nosotros intentamos preparar una rueda de prensa en Barcelona. Los asistentes teníamos que ser Carlos Fuentes, Andrés Molina, Ernesto y Florencio Garrido. Ernesto y yo F. Garrido nos vamos desde Mollet hasta el destacamento de Tráfico de Granollers para recoger a Carlos. Molina que se había quedado dormido y no acudió a la cita con nosotros dos. Llegamos a una explanada grande y vimos que había mucho movimiento de vehículos y de agentes de la Guardia Civil. Nos paramos a unos 50 metros y vemos que el padre de Carlos, también Guardia Civil y destinado en el mismo destacamento, viene corriendo hacia nosotros y nos dice que nos vayamos porque acaban de detener a su hijo y que muy posiblemente nos detendrían a nosotros. Fue un trance terrible. Nos vamos otra vez para Mollet y avisamos a Molina. Aviso también a mi mujer. Sabíamos que nos podían detener, pero también sabíamos que teníamos que seguir con la cara muy alta. Recuerdo que Molina dijo que tenía su pistola y que no se dejaría detener. Fueron momentos de muchos nervios, de llamadas telefónicas...

Rápidamente, la prensa y la radio se hicieron eco de que había sido detenido el secretario general del SUGC en Barcelona, Francisco Rubio, que estaba destinado en el Aeropuerto de El Prat. Pero nosotros no fuimos detenidos. Tomamos la decisión de seguir luchando.

Iniciamos una campaña de pintadas pidiendo la libertad de nuestros compañeros. Volvimos a hablar con el redactor jefe del Nou Nou, Josep Mas, e hicimos una serie de declaraciones en contra de las detenciones.

La verdad es que desarticularon buena parte del SUGC, pero vimos también que muchos de los compañeros presos eran visitados por líderes políticos y sindicales tanto de clase con del CNP, menos del PP.

Mi mujer y yo decidimos ir un día a visitar a los compañeros presos en la prisión militar de Figueras y llevarles un par de botellas de whisky, así como tabaco y otras cosas que necesitaban.

Ya no nos importaba demasiado que los Servicios de Información de la Guardia Civil supieran que éramos miembros del SUGC.

PRENSA

El Tribunal Constitucional ha admitido a trámite la demanda de amparo promovida por Joaquín Parra, líder del clandestino Sindicato Unificado de la Guardia Civil (SUGC), que hace un mes fue expulsado del cuerpo tras una sentencia de la sala militar del Supremo. Parra cree que tiene "derecho a no ser molestado por su ideología". Parra señala en su demanda presentada ante el Constitucional que se han vulnerado sus derechos fundamentales y pide igualdad ante la ley "porque en la Guardia Civil hay condenados por golpistas, torturadores, ladrones, etcétera, que no han sido expulsados del cuerpo, además de cientos de guardias civiles que tienen más de dos faltas graves anotadas en su ficha personal".

Tricornios prohibidos 

Desde la clandestinidad. Así fueron los inicios del Sindicato Unificado de Guardias Civiles (SUGC). La legalización no llegó y, con muchos de sus dirigentes en prisión o expulsados de cuerpo, la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) recogió la herencia reivindicativa del SUGC con cobertura legal.

Fueron muchos los problemas que existían en el inicio clandestino del SUGC para poder reunirse, organizar ruedas de prensa o mandar comunicados, pero contaron con la ayuda de CC OO, UGT. También contaron con la ayuda de IU y USO, a los miembros de la AUGC, "el corazón le decía una cosa, pero la cabeza otra".

«Cuando convocábamos reuniones en CC OO o UGT, siempre había una furgoneta aparcada en la calle; sabíamos que dentro estaban miembros del servicio de información y que nos filmaban».

Asimismo, recuerdo cómo fueron los primeros contactos con medios de comunicación. «Yo mantenía conversaciones telefónicas, desde diferentes cabinas, con periodistas. Sólo utilizaba mi 'alias' para hablar con ese periodista, pero desde la Dirección General le habían intervenido el teléfono a algunos periodistas.

Detención de Carlos Fuentes en Destacamento Tráfico Granollers


1.990 fue el año más conflictivo en la Guardia Civil, respecto al sindicalismo, ya que 40 guardias civiles hasta los empleos de Sargento, fueron detenidos y encarcelados y 200 fuimos procesados, acusados de SEDICIÓN. El corrupto Luis Roldán, llegó a decir, según la revista Cambio 16, un año después de haber dicho que el SUGC eran cuatro cobardes, que si tenía que expulsar a 2.000 guardias civiles, que era en el número en que se cifraba al sindicato clandestino, que lo haría, tal y como lo había hecho con Parra, Morata, y otros más.

El Diario El Mundo llevaba ya en 1.990 un año en el mercado, y empezó a competir con Diario 16 a la hora de difundir informaciones del sindicato SUGC, fue especialmente beligerante con el Gobierno socialista. En el Diario 16 era Arturo Cenzano, y en el Diario El Mundo, Fernando Lázaro, quien en sus comienzos empezó con contrato en el periódico y que consiguió el empleo fijo, entre otros motivos por su buena fuente que era el SUGC, así lo reconoció él mismo. El Diario El País era más moderado a la hora de difundir noticias del SUGC y se le descalificaba llamándole el BOE, por su afinidad al partido gobernante. Éste periódico sin embargo, apoyó a Joaquín Parra, para que se destacara como líder del SUGC a nivel nacional, lo que extrañaba a UGT incluso, que pedía explicaciones a Parra por este apoyo inusual. Otros diarios publicaban las noticias que le proporcionaban Morata, Linde, Bargados, Piñeiro, Garrido, Adolfo, Castaño, Parra en sus diferentes Comunidades.

 A finales de 1.990, se produjeron las elecciones sindicales, siendo la fuerza más votada hasta entonces UGT, pero ahora se presentaba sin el apoyo del partido PSOE y Nicolás tenía que demostrar que esto no le iba a condicionar, ni iba a perjudicar a su sindicato. UGT llegó al convencimiento de apoyar al SUGC, entre otros muchos motivos, porque Joaquín Parra les explicaba, lo peligroso que para el sindicato podía ser, que CCOO apoyara al movimiento sindical de la Guardia Civil, como baza en las elecciones sindicales, por lo que ese apoyo vendía en los medios de comunicación, y por el contrario UGT no lo hiciera así, demostrando su afinidad con el Gobierno del PSOE y perdiendo de esto modo votos obreros. En aquel tiempo Joaquín Parra estaba recién expulsado de la Guardia Civil y podía por tanto hacer libremente declaraciones en prensa, aprovechando el apoyo de las sedes de UGT en toda España, lo que además ayudaba al sindicato, pues se presentaba como el que más defendía este movimiento clandestino, en contra de la voluntad del partido gobernante, demostrando de esta forma su total autonomía política.
 UGT ganó las elecciones en noviembre de 1.990. Nicolás Redondo pudo sentirse orgulloso en ese momento.

 Respecto al apoyo de los sindicatos de policía se caracterizó, por dar protección a los agentes de la Guardia Civil, que por las noches salían a pintar ciudades con las reivindicaciones, a empapelar las calles de carteles y a tirar panfletos del SUGC. Algunos sindicatos de policía prestaron algún pequeño apoyo económico a Manuel Rosa, concretamente Javier Tirado del SPPU, le dio 100.000 pesetas de las de antes, para que pagara el coste de su recurso de amparo ante el Constitucional.

El SUP Sindicato Unificado de Policía que compartía las siglas con el Sindicato de la Guardia Civil, estaba dirigido por el Oficial de Policía -Cabo-, Juan García Gámez, sevillano como Felipe González y como Manuel Rosa, ciudad donde podemos situar, como se dijo, el origen de los movimientos sindicales, en los primeros años del Gobierno Socialista; no era un hombre muy simpático y la arrogancia le podía, sin embargo las delegaciones provinciales de este sindicato de policía, apoyaron sin vacilaciones a su sindicato hermano de la Guardia Civil. En aquellos tiempos, el hoy dirigente del SUP, Fornet, estaba liberado en Sevilla, donde había tenido su destino antes de pasar a esa situación en 1.987, tras las primeras elecciones de sindicatos de Policía. En esas fechas se definía como comunista, en sus círculos, y por eso se pudo pensar, que sería un hombre más beligerante contra el Gobierno socialista, por lo que se le aconsejaba como nuevo dirigente, que sustituyera a su paisano, más cercano a los socialistas, y hasta entonces su jefe, Juan García Gámez, que ascendió a Subinspector.

Hoy el SUP se encuentra vinculado con CCOO, tras escindirse entre 1.990 y 1.991 una parte de este sindicato, que en unión de otros formaron la UFP Unión Federal de Policía vinculado a UGT.

El CEP Confederación Española de Policía, es otro de los sindicatos importantes de la Policía, que ha nacido recientemente de la unión entre el SPPU y el ANPU, otros sindicatos de bastante menor militancia son el SPP y el de Comisarios. 

Los años que van desde 1.991 hasta 1.993 inclusive, fueron los últimos del SUGC, y estuvieron marcados muy profusamente, por el liderazgo, que con el apoyo de UGT tuvo Joaquín Parra, ya que al estar expulsado del Cuerpo, se dedicó a visitar a los compañeros en toda España, aprovechando para dar ruedas de prensa. No obstante, a partir del verano de 1.992 empezó el declive en el SUGC, medio año después de estar vigente la nueva ley disciplinaria de la Guardia Civil, que tipificaba como falta muy grave, penada con la expulsión, el promover sindicatos en la Guardia Civil.

La batalla política se había perdido, y a media que pasaron estos años, el SUGC comenzaba a ir desapareciendo, por cuanto la represión anterior y el no encontrar una plataforma legal, habían mermado en mucho la moral de los agentes, y además, la mayoría habían padecido, cárceles, calabozos, establecimientos disciplinarios y hasta expulsiones. 

 Parra había estado año y medio privado de libertad, entre prisiones, calabozos y establecimientos disciplinarios, antes de ser expulsado en agosto de 1.990.

En marzo de 1.993 se produjo en la sede de UGT de Valencia, el que sería el último congreso del clandestino Sindicato Unificado de la Guardia Civil SUGC, en el que además hubo un enfrentamiento y se crearon dos polos distintos, y aún aceptando nuevamente, el cargo de Secretario General Joaquín Parra, por la línea más dura y la de José Piñeiro como Presidente y Florencio Garrido como Secretario de Organización la línea del Asociacionismo.

También, en el año de 1.992, fue cuando todos los Juzgados Togados Militares y Tribunales Militares Territoriales, sobreseyeron las causas acusatorias contra los guardias civiles por el delito de Sedición. Los Tribunales en sus Autos y de forma coincidente declararon: "Ha quedado demostrado que los guardias civiles se reunían en su tiempo libre y sin portar armas, tratando cuestiones de tipo político, como por ejemplo la desmilitarización de la Guardia Civil o la legalización de sindicatos en su seno. Tal actuación por si sola, no constituye ninguna amenaza para la seguridad nacional, ni el orden público, ni subvierte el orden constitucional. En su consecuencia quedan libres de cargos".

Esta solución, se adivinaba necesaria, pues no era congruente, ni ajustado al ordenamiento constitucional, ni jurídico, condenar, o siquiera juzgar, por delitos de opinión a los guardias civiles.

En este tiempo la figura del Cabo 1º Manuel Rosa Recuerda, había perdido bastante relevancia en los medios de comunicación, ya casi no se le oía, y el mismo se había recluido en su domicilio de Sevilla. Incluso rechazó recoger el premio PRO DERECHOS HUMANOS que en 1.991 le concedieron junto al Juez Garzón. En este mismo año de 1.991 Parra recibía en Valencia, el Premio de la Asociación de Prensa y de la Generalitat Valenciana, gobernada por los socialistas, a la Libertad de Expresión, en nombre del Sindicato Unificado de la Guardia Civil SUGC de la Comunidad Valenciana.

Manuel Rosa Recuerda años después explicó a Joaquín Parra, que había negociado una salida digna de su situación con el Gobierno. Seguramente por eso estuvo al margen de noticias y también suponemos, por la frustración que su situación le supuso. 

En el año 1.994, el castellonense Sargento José Morata Gargallo, desde su domicilio en Benicassim, preparaba unos estatutos para registrar una asociación, que se denominaría Coordinadora Pro Perjudicados por la Gestión de Luis Roldán (COPROPER), aprovechando que en ese mismo año se había cesado a Luis Roldán del cargo de Director General, por estar imputado, en diversidad de delitos, al haberse apropiado, presuntamente en ese momento, del dinero de los Fondos Reservados. 

La caída de Roldán fue a consecuencia de las investigaciones llevadas a cabo por José Luis Cervero Carrillo, el Sargento de la Guardia Civil que en 1.984 había sido expulsado del Cuerpo y que había estado filtrando información a los diarios El País y Diario 16, sobre actos corruptos en la Guardia Civil. Cervero, entró en contacto con el SUGC a través de Parra, y en estos años que había estado expulsado, se dedicaba a colaboraciones con distintos diarios.

 Antes de 1.994, ya estaba detrás de la pista de Roldán y pretendía hacerle una investigación patrimonial, comprobando todas sus propiedades y la de sus familiares y allegados. Cervero, Piñeiro y F. Garrido sabían de la vida de Roldán, pues además antiguos compañeros suyos de los Servicios Especiales de la Dirección General de la Guardia Civil, habían fotografiado al Director General en paños menores y rodeado de prostitutas. Era evidente que en la Guardia Civil Roldán tenía sus detractores y que algunos mandos utilizaron su argucia para obtener imágenes que pudieran comprometer al Jefe, si este les molestaba en algo.

 José Luis Cervero Carrillo que firmaba en el Diario 16 como Jesús Mendoza, conseguía día tras día, titulares en este periódico, hasta que llevando a cabo su labor investigadora consiguió que se le sometiera a procedimiento judicial, y a su posterior apresamiento y cese en la Guardia Civil. Fue Cervero premiado en 1.995, por el propio Felipe González, que le condecoró con la más alta distinción civil. En ese mismo año consiguió su reingreso en la Guardia Civil, por sentencia judicial del Tribunal Supremo, desbloqueándose su recurso paralizado durante muchos años, y fue resarcido por todos los salarios dejados de percibir y ascendido a Subteniente. En los años siguientes hasta su jubilación escribió en la revista oficial de la Guardia Civil y hoy día tiene una agencia de investigación.

En este año de 1.994 fue registrada la asociación que promovió José Morata Gargallo, la COPROPER; de los preparativos de los Estatutos y de las acciones de registro tuvo conocimiento Joaquín Parra, en el domicilio de Gargallo.

En ese mismo año y desde Asturias, José Luis Bargados, que fue miembro destacado del SUGC, y también había sido expulsado, un año después que  Parra, en 1.991, consiguió el reingreso año y medio después por sentencia del Tribunal Supremo y al igual que Morata fue uno de los 40 guardias civiles encarcelados, tras haber sido acusados por sedición, siendo posteriormente absueltos.

Bargados enviaba diariamente al Registro de asociaciones los Estatutos de una asociación a la que le ponía el nombre del día de la fecha en la que los remitía, esto es, 1 de julio, 2 de julio, y fue cuando llegó al 6 de julio, que la denominada con ese nombre la registraron, era la Asociación 6 de julio de guardias civiles, que se unió con la COPROPER de Morata en la asociación que se dio en llamar COPROPER-6J. Era una asociación socio cultural que promovía fines distintos a los económicos o sociales. Y se supone que se personaría como acusación popular contra Roldán, en los procedimientos que contra él se seguían en los juzgados, al considerarse los guardias civiles perjudicados por la gestión del que fuera durante ocho años su Director General.

Ese año se celebró la asamblea Constituyente de COPROPER-6J, a la que asistió una parte de lo que fuera o quedaba del Sindicato Unificado de la Guardia Civil, Morata, Garrido, Piñeiro, Bargados, Llana, Molina, Amado, Benjamín, Páez de la UGGC y alguna que otra incorporación nueva de agentes.

Joaquín Parra y otro sector del Sindicato Unificado de la Guardia Civil SUGC, no asistió a esa reunión, estos informaron que no estaban por seguir en esa lucha por el momento, siguiendo un tanto fieles a la memoria del SUGC. Ya que Parra en aquel momento llevaba cuatro años expulsado del Cuerpo e intentaba abrirse camino en una nueva vida.

Por su parte el Cabo 1º Manuel Rosa Recuerda, llevó los estatutos de UDGC, la Unión Democrática de Guardias Civiles, al Registro Nacional de Asociaciones y no fue registrada, recibiendo una resolución motivada, en la que se le informaba, que esos estatutos eran incompatibles con la ley de asociaciones, pues no era una asociación socio cultural, sino una asociación corporativa de representación institucional dentro de la propia Guardia Civil. Rosa recurrió, y llegó nuevamente al Constitucional, sin embargo nunca consiguió registrar UDGC, pues los motivos alegados por la Administración se consideraron ajustados a derecho. Pero esto no era lo peor que le iba a pasar, en ese mismo año.

En noviembre de 1.994 se produjeron dos hechos contradictorios. Parra recibía en su domicilio de Murcia una llamada telefónica de un conocido periodista de Zaragoza, era del Heraldo de Aragón y este le dijo: En hora buena, lo has conseguido, vuelves a la Guardia Civil, tu abogado de Zaragoza, ha recibido la sentencia del Tribunal Constitucional que falla a tu favor.

Sin embargo al mismo tiempo que se dictaba esa sentencia favorable, el Ministro de Defensa expulsaba de la Guardia Civil al Cabo Manuel Rosa Recuerda, después de tantos años de lucha, de haber sido el pionero y de haber logrado la mayor fama, aún de haber estado en los últimos años prácticamente en la sombra. El Gobierno, todavía socialista.

El subdirector general de la Guardia Civil, general Francisco Cereceda, afirmó ayer en Sevilla que se "detendrá y expulsará" del cuerpo a los miembros del ilegal Sindicato Unificado de la Guardia Civil (SUGC), a los que calificó de "cobardes" y de "individuos resentidos" y de los que dijo que "se presentasen: los medios informativos anónima y vergonzantemente con las mismas capuchas y los mismos aditamentos que utilizan los asesinos de sus compañeros para sus ruedas de prensa". El general Cereceda hizo estas declaraciones en el transcurso de la visita que giró  a diversos acuartelamientos de la 211ª Comandancia de la Guardia Civil para controlar el desarrollo de los trabajos de la operación verano. El subdirector general, que en todo momento se refirió a los miembros del SUGC llamándoles "individuos" o "personajes", negó que los afiliados al sindicato fueran guardias civiles "porque no tienen los sentimientos de un guardia civil" y añadió: "Perseguiremos con dureza y sin contemplaciones de ningún tipo a los que quieren llevar la indisciplina y la insubordinación a nuestra institución".

Según el subdirector general, que próximamente abandonará su cargo por cumplir la edad reglamentaria para el pase a la reserva activa, la ley de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado fija una estructura militar para la Guardia Civil, "por lo que el que no quiera pertenecer a ella tiene libertad para marcharse". Cereceda añadió que "los componentes del llamado sindicato son individuos resentidos de las obligaciones que tienen que cumplir".

Sobre la investigación para, localizar a los responsables del, SUGC, el general Cereceda reconoció que no se había producido ninguna detención, aunque afirmó que avanza "sin prisa, pero sin pausa", y que "se llegará hasta el final para detener y poner a disposición judicial a los autores de esta cobardía que tanto nos duele". El general Cereceda se mostró convencido del "rechazo total" al SUGC dentro de la Guardia Civil, "sin distinción de empleos".

El Sindicato Unificado de la Guardia Civil, que afirma contar con el apoyo de unos 40.000 guardias sobre una plantilla total de 63.000, hizo su presentación pública en Sevilla durante la segunda semana del mes de agosto. Miembros de la ejecutiva del sindicato aparecieron fotografiados en diversos; medios informativos; cubiertos con capuchas y delante de pancartas en las que se expresaban las principales reivindicaciones de la organización.

El Sindicato Unificado de la Guardia Civil, según sus dirigentes, tiene como objetivo la democratización del cuerpo y considera que la Guardia Civil es en la actualidad "un importante foco de evolucionismo y corrupción".

Muere el Teniente General Sáez de Santamaría

Considerado junto al general Casinello la bestia negra del clandestino Sindicato Unificado de la Guardia Civil, estuvo al frente del temible Estado Mayor boletín inform@tivo el día 25 de agosto fallecía en Madrid víctima de un infarto el teniente general José Antonio Sáenz de Santa María Tinture. Natural de Gijón (Asturias), nació el 15 de diciembre de 1919. Contaba, pues, con 84 años.

Por sus públicas declaraciones a favor de la democracia y de la lealtad del Ejército al Rey y al Gobierno, aunque también por su íntima amistad con el Ministro José Barrionuevo, el 2 de noviembre de 1983 fue nombrado por el gobierno socialista de Felipe González Director General de la Guardia Civil, en sustitución del general Aramburu Topete. En este cargo se mantuvo hasta que fue relevado el 31 de octubre de 1986 por el primer civil que comandaría la institución, el delincuente Luis Roldán.

Desde entonces, figuraría en la nómina del Ministerio del Interior como asesor en materia antiterrorista; primero con su amigo y también delincuente José Barrionuevo y posteriormente con Margarita Robles hasta 1996.

IMPUTADO POR EL CASO OÑAEDERRA

En mayo de 1996 el magistrado de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón lo imputó en el sumario Oñaederra (que investigaba los cuatro primeros asesinatos de los GAL entre 1983 y 1984) junto a los también generales Rodríguez Galindo y Andrés Cassinello. Sin embargo, tras mantenerle 20 meses imputado, Garzón decidió levantar la imputación al considerar que no se habían concretado las acusaciones que contra él habían hecho su sucesor en el cargo, Luis Roldán y el coronel del CESID Juan Alberto Perote.

El teniente general también se vio salpicado por el caso fondos reservados cuando declaró en el acto del juicio que la UCD había financiado actos electorales con dinero de los fondos reservados.

Un militar “demócrata y constitucionalista”, perseguidor de sindicatos y asociaciones de guardias civiles Sáenz de Santa María fue un militar comprometido con la democracia, pero fuera de la Guardia Civil.

Cuando ejerció el mando del instituto armado y auxiliado por el general de división jefe del Estado Mayor del cuerpo, Andrés Cassinello, protagonizó una impresionante persecución contra todo lo que pudiera oler a sindicalismo.
Las dos primeras víctimas de esta caza al sindicalista fueron el cabo Manuel Rosa Recuerda y Fernando A. Rayo Vázquez, quienes en 1986 fueron detenidos acusados de pertenecer al clandestino Sindicato Unificado de la Guardia Civil (SUGC).
 

El servicio de información de la Guardia Civil actuaba infatigablemente por abortar cualquier intento de asociacionismo, solicitando a los jueces militares intervenciones telefónicas indiscriminadas acusando a sus titulares de ‘acciones delictivas’. Y sus actuaciones no se detenían en los guardias civiles sino que llegaban hasta los periodistas, a quienes acusaban de “injurias al Ejército” cuando estos se hacían eco de las denuncias.

Los responsables políticos decidieron la unificación y desmilitarización (demandada por muchos de sus miembros) de los Cuerpos de Policía existentes, uno civil y otro militar, y establecer un modelo policial mixto, similar al de países europeos donde conviven cuerpos de policía civil con otros de carácter militar. Siempre fue más difícil el sindicalismo clandestino en la Guardia Civil que en la Policía (Hasta 1986 se habían producido ya muchos encarcelamientos, expedientes, juicios, sanciones, etc. contra miembros del SUGC); a partir de dicha Ley Orgánica votada a favor por una abrumadora mayoría del Congreso de los Diputados la situación empeoró notablemente.

Entre quienes empezaron a defender el movimiento asociativo en la Guardia Civil desde su origen se encuentran José Luis Bargados, José Morata Gargallo, hombres de una tenacidad digna de encomio. Concurrieron a las elecciones a la mutua de la Guardia Civil y como el resultado no fue satisfactorio para la Dirección General, Luis Roldán la disolvió; denunciaron numerosos casos de corrupción que no fueron investigados mientras ellos recibían expedientes por cada denuncia; cuando quedaron al descubierto las andanzas del Director General, José Morata presentó en el Registro la Asociación “Coordinadora Pro-perjudicados por la gestión de Luis Roldán”, Coproper, y José Luis Bargados y Llana 6-de Junio, que sin duda fueron legalizadas al haber sabido elegir el momento adecuado por el clima de opinión pública existente (aunque se les obligó a modificar algunos artículos para cercenar cualquier posibilidad de actuación sindical);

Morata está en la actualidad expulsado de la Guardia Civil en virtud de una sentencia de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo, que ha recurrido ante el Tribunal Constitucional, del que esperamos aplique la misma doctrina que a los miembros de la mesa nacional de HB (consideró el Tribunal que una sanción penal legalmente establecida era excesiva para reprochar determinados comportamientos penales, al igualar la condena con la de otros comportamientos más graves) y declare nula su expulsión por vulnerar los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución española.

 Cuando al referirse a cualquier empresa en la que han participado muchas personas se citan nombres propios es inevitable que se produzca algún olvido imperdonable; los avances, las conquistas, las mejoras, vendrán cuando confluyan una serie de elementos y circunstancias políticas, sociales, corporativas, nacionales e internacionales, que en unos casos son ajenas a nuestro esfuerzo y en otros confluirán en el momento oportuno gracias al trabajo de personas como José Luis Bargados, Alberto Llana, José Morata, Florencio Garrido,  José Luis Andrés (DEP) y otros muchos a los que es materialmente imposible citar porque harían interminable este escrito.

Dos años después de aprobada la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, en 1988, se reactiva la actuación de quienes defienden los derechos sindicales en la Guardia Civil y se incrementa la represión con nuevos encarcelamientos, internamientos psiquiátricos, bajas médicas para el servicio y traslados, en una cacería inmisericorde y sin límites, en la que intentan incluso acabar con el apoyo que ha prestado, presta y prestará el SUP al movimiento sindical en la Guardia Civil amenazando veladamente con nuestra ilegalización por promover acciones prohibidas por la ley. Todo vale, cualquier medio es aceptado para justificar el fin de aplastar el movimiento sindical en la Guardia Civil y miembros de los servicios antiterroristas se encargan de seguir y detener a sus propios compañeros, algunos de los cuales, después de sus tratamientos psiquiátricos, presentan un idéntico e inquietante síntoma o padecimiento (tics nerviosos y musculares), como recuerdo de su lucha por defender la desmilitarización y derechos sindicales para los miembros de la Guardia Civil.

Un tiempo marcado por la peregrinación a las prisiones militares; por tener que explicar a un niño de siete años que aunque su padre está en la cárcel sigue siendo un hombre honrado y por una mezcla de dolor y alegría al compartir con las víctimas la brutalidad de la represión y la esperanza en el futuro.

Cuando tuvimos ocasión de exponer al Ministro del Interior lo que estaba pasando en la Guardia Civil con el encarcelamiento, tratamientos psiquiátricos y seguimiento de algunos de sus miembros vulnerando las leyes, su respuesta fue que todo era consecuencia de que Nicolás Redondo, entonces Secretario general de UGT, pretendía crear problemas a Felipe González por haberle nombrado a él Ministro de Interior (Corcuera era el “delfín” de Nicolás Redondo en UGT hasta que optó por el PSOE en el distanciamiento que se produjo entre ambos a partir de 1984) y que no se sentía concernido por los avatares de algunos miembros de la Guardia Civil. El SUGC había nacido mucho antes de 1988 cuando Corcuera fue nombrado ministro, pero en cualquier caso, el hecho es que al ministro no le preocupaba el medio o la forma, si era o no legal, sino el fin perseguido que era cerrar el paso al nacimiento de sindicatos en la Guardia Civil. Un ministro que fue sindicalista encarceló a quienes pretendían derechos sindicales en la Guardia Civil. Esa era la dura realidad.

Hay quienes creen que fue por necesidad  ante la brutal represión desatada y quienes consideramos que fue una acertada decisión estratégica expresamente planificada, pero sea como fuese, lo importante es que en esa década, se deja en un segundo plano la exigencia de desmilitarización y derechos sindicales en la Guardia Civil y por la vía del asociacionismo no reivindicativo, Coproper 6J se consiguió la legalización, el instrumento necesario para seguir avanzando y debatir los próximos objetivos a alcanzar. Y si entre estos objetivos se encuentra la desmilitarización y el reconocimiento de derechos sindicales en el Cuerpo de la Guardia Civil, será más fácil hacerlo desde la Asociación legal y con más de 13.000 afiliados que desde una asociación ilegal y clandestina.

Han pasado los años de plomo y de sombras, en los que parecían triunfar las teorías más reaccionarias de aquellos que pretendían exterminar a los demócratas que defienden la desmilitarización y el reconocimiento de derechos sindicales en la Guardia Civil, con métodos que posiblemente nunca conozca la opinión pública, y aunque ha habido muchas bajas, unos pocos resistieron y gracias a ellos tienen hoy una organización como A.U.G.C. Asociación Unificada de Guardias Civiles para debatir sobre la estrategia y los objetivos a conseguir en el futuro.

 

Florencio Garrido

Fue Secretario General de COPROPER 6 J desde 1994 hasta 2002

Hoy en Reserva Activa sin destino. Memorias escritas en 2003.

En la actualidad, Vicepresidente de GUCIPOL, Vicepresidente de POLITEIA y miembro de AUGC.


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