"NO ES UN EXITO, ES JUSTICIA".
Foto de archivo familiar. |
La historia de la lucha por los derechos en la Guardia Civil no es una
historia de éxito, sino de justicia. Una justicia tardía, pero necesaria, que
devuelve la dignidad a quienes, con valentía, desafiaron el inmovilismo de una
institución y las sombras de un pasado autoritario en un momento crucial para
España.
Entre 1975 y 1982, en plena transición democrática, mientras España
dejaba atrás una dictadura de casi cuatro décadas, emergieron voces dispuestas
a reclamar derechos básicos en los cuerpos de seguridad del Estado. La Policía
Armada –hoy conocida como Cuerpo Nacional de Policía– y la Guardia Civil no
fueron ajenas a las tensiones del cambio político. Eran instituciones
militarizadas, disciplinadas, jerárquicas y profundamente vinculadas al régimen
anterior, donde la obediencia absoluta y la falta de cuestionamientos eran
normas inquebrantables.
Sin embargo, en pleno proceso de consolidación democrática (1982-1986),
en tanto que la policía consiguió sindicarse en 1984 tras años de lucha
clandestina, la élite militar y un Gobierno pusilánime coadyuvó a que no se
avanzase en el terreno de la reforma democrática en la Guardia Civil, para
mantener un cierto control de la institución militar. Algunos guardias civiles
comenzaron a alzar la voz. Querían algo sencillo pero esencial: ser reconocidos
como ciudadanos, no como simples números, además de servidores públicos.
Reclamaban derechos que ya disfrutaban otros sectores de la sociedad: libertad
de asociación, expresión y participación sindical. En definitiva, querían ser
parte activa de la democracia que juraban.
En ese contexto, los guardias civiles que se atrevieron a reclamar
derechos básicos como la libertad de asociación, de expresión y la posibilidad
de defender sus intereses fueron tratados como enemigos internos. Sus demandas
no eran más que la aplicación de los principios democráticos consagrados en la
Constitución de 1978, pero fueron recibidas con expulsiones, traslados
forzosos, sanciones y aislamiento.
¿POR QUÉ SE HA TARDADO TANTO EN CONSEGUIR LA READMISIÓN?
La reciente readmisión de los guardias civiles expulsados por reclamar
derechos constitucionales, aunque es un acto de justicia, deja una pregunta
incómoda flotando en el aire: ¿por qué ha llevado tanto tiempo? Décadas de
lucha, aislamiento y sufrimiento para reparar una injusticia tan evidente solo
pueden explicarse si analizamos a fondo las barreras estructurales, políticas y
culturales que retrasaron su readmisión, no exenta de la carencia de
autocritica del asociacionismo profesional en la institución, cuya
reivindicación debía haber sido su buque insignia, y no meramente postureo. Rosa
y Piñeiro iniciaron prácticamente en soledad esta lucha reivindicativa que
culminó con la PNL de UPyD aprobada por unanimidad el año 2009 en el Congreso
de los Diputados. Tiempo más tarde dada la inacción patente en este propósito,
GUCIPOL reinicia acciones encaminadas a la consecución del objetivo de la
readmisión aunando el apoyo de la casi totalidad de asociaciones profesionales
de la guardia civil, sindicatos y organizaciones diversas. Tampoco faltó algún
que otro consiliario áulico intentando obstaculizar el camino.
La tardanza en la readmisión de los guardias civiles expulsados es un
síntoma de un problema más profundo: la dificultad de algunas instituciones
españolas para adaptarse plenamente a los valores democráticos. No se trata
solo de reparar una injusticia histórica, sino de reflexionar sobre las
barreras estructurales, políticas y culturales que permitieron que esta
injusticia persistiera durante tanto tiempo.
La lección más importante de esta lucha es que la democracia no puede
construirse sobre la base del inmovilismo y las concesiones al autoritarismo.
La justicia debe ser inmediata, no un favor que llegue décadas después. Ahora,
el desafío es garantizar que ninguna otra generación de guardias civiles tenga
que esperar tanto para ver sus derechos reconocidos. La Guardia Civil y el
Estado tienen la oportunidad de demostrar que han aprendido de este episodio,
transformando una institución que, aunque históricamente resistente al cambio,
tiene el potencial de ser un verdadero pilar de la democracia.
"Con 35 años de retraso", en propias palabras de la ministra
de Defensa Carme Chacón, el 16 de febrero de 2010 condecoró a 14 antiguos
miembros de la UMD por su "valentía" y contribución a la democracia
española.
Eran y son guardias civiles cuya labor no fue baladí. Los historiadores
analizaran los acontecimientos y
procesos históricos en su contexto y sacaran conclusiones.
José Miguel Prades
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