CRIMEN Y CASTIGO
La sociedad emergente en tiempos de transición democrática
puso en evidencia una gran parte de los mandos de la Guardia Civil, formados en
otra cultura y un menor nivel educativo que el de las nuevas promociones de
guardias civiles, provocando la intransigencia en forma de arrestos por parte
de los mandos, que carecen de otros medios para imponerse intelectualmente a
sus subordinados.
En la sociedad actual, una Guardia Civil camaleónica nos
sorprende con un Código de Conducta del personal de la Guardia Civil más propio
del siglo XIX que del actual. Su sistema de enseñanza y formación es
francamente mejorable. Se carece de un profesorado especializado, pues se
escoge de entre los miembros del Cuerpo como un destino más.
Esta nula receptividad de las reivindicaciones de los
guardias civiles dará lugar a la aparición del SUGC (Sindicato Unificado
Guardia Civil). La represión fue acérrima y en su máxima expresión con la
llamada Operación Columna con el propósito de abortar todo intento de
democratizar la Institución. Operación de dudosa legalidad y pendiente de
esclarecimiento en la actualidad.
Su delito, demandar una estructura docente y decente del
Cuerpo, una formación democrática del personal policial. Demandar ser garantes
como portadores de derechos. No ser de sangre azul.
Su pena, condenados al castigo vitalicio con la expulsión de
la Guardia Civil, de su profesión, de su modo de vida. Condenados a no morir
siendo miembros de la Guardia Civil, en contraposición a la última frase del manifiesto
a favor del reingreso suscrito por ellos mismos.
En mentideros del generalato de la Guardia Civil circulaba
una anécdota que dan por segura: “cuando Zapatero, que había dicho durante la
campaña de 2004 que iba a desmilitarizarnos, llegó a la Moncloa, el primer consejo
que recibió de Felipe González fue “José Luis, a la Guardia Civil, ni la toques””.
Quizá algún día sepamos de la metamorfosis de Felipe
González, de su inquina hacia los guardias civiles demócratas, de si es “follower”
o “rehén” de la Guardia Civil. Quizá algún día sepamos más allá de las
edulcoradas entrevistas de Jordi Évole.
La readmisión y resarcimiento del sargento José Morata, cabo
1º Manuel Rosa y guardia civil José Carlos Piñeiro, así como a título póstumo guardia
civil Manuel Linde, depende del Gobierno de Pedro Sánchez, de su voluntad política.
José Miguel
Prades, miembro JDP AUGC Castellón y vocal GUCIPOL.
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