SUGC -HISTORIA-


 

El 20 de septiembre de 1986, miembros de la Mesa para la Unidad de los Comunistas denunciaron en Sevilla la detención de dos guardias civiles, presuntos miembros del clandestino Sindicato Unificado de la Guardia Civil. Asimismo, el ex senador Fernández Piñar, confirmó que un guardia civil destinado en Huelva, identificado en un principio como Rafael Rayo Vázquez, se encontraba recluido e incomunicado en un calabozo de la capital andaluza, acusado de militar en esa organización sindical.

Por la noche, Fernández Piñar volvió a ponerse en contacto con la prensa para denunciar una nueva detención. En una céntrica cafetería seviIlana cinco miembros de los Servicios de Información de la Guardia Civil localizaron a otro presunto sindicalista: el cabo primero Manuel Rosa Recuerda. El cabo Rosa se encontraba en el lugar con Fernández Piñar y José Luis Insausti, a quienes también pretendieron arrestar, confundiéndoles, según sus propias declaraciones, con periodistas. Los dirigentes políticos se identificaron y el grupo de guardias civiles detuvo a Rosa Recuerda, con destino en la Séptima Compañía de Especialistas Fiscales del muelle de Sevilla. Días después, se conocería que en ese momento el cabo Rosa llevaba consigo el derecho de petición para legalizar asociaciones deportivo-culturales o profesionales de guardias civiles. No obstante, ni entonces ni posteriormente, dieron a conocer los detalles de esta detención.

Nadie sabía a ciencia cierta cuál era el origen de este movimiento subversivo surgido en el seno de la Guardia Civil. Habría que remontarse al año 1976 para encontrar los primeros indicios de que algo ocurría en el Instituto Armado.

El 17 de diciembre de 1976 estalló el conflicto. Cuatrocientos miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se concentraron a las once de la mañana en la Plaza de Oriente de Madrid. celebraron una asamblea, y posteriormente, marcharon en manifestación hasta las puertas del Ministerio de la Gobernación demandando derechos y mejoras laborales.

Policía Armada y Guardia Civil se echaron a la calle para reivindicar el derecho a la Seguridad Social.

El diario El País recogía sobre aquella manifestación: Para los convocantes sus reivindicaciones son esencialmente laborales. Entre ellas se incluye el deseo de ser considerados profesionales del orden público y no soldados»…

Entre otras demandas, destacamos las siguientes:

1. Aumento lineal de diez mil pesetas (el sueldo de un policía o guardia civil ascendía a unas 7.000 peseta en bruto, que con los descuentos se quedaba en unas 4.000 pesetas al mes).

2. Ser acogidos en el régimen de la Seguridad Social a partir de enero de 1977.

3. Igualdad con la misma base en la percepción de trienios, sin diferencia de escalas ni categorías.

4. Cien por cien del salario real al llegar a la jubilación.

5. Revisión del sistema de vacaciones y turnos de trabajo (carecían del derecho a vacaciones y cumplían servicios de hasta cuarenta y ocho horas seguidas).

6. Revisión del reglamento de 1930 en el que se  les conceptuaba como soldados y no como profesionales del orden público.

7. Que no hubiera represalias por las peticiones.

La noticia, recogida por varios medios de comunicación de ámbito nacional y provincial. no sólo significó una muestra de la conflictividad social que se vivía entonces tras la muerte del dictador, sino que supuso una gran carga de profundidad para las estructuras de un Estado que seguía controlado por el aparato de la dictadura. No hay que olvidar que ambos cuerpos policiales estaban plenamente militarizados y hablan servido fundamentalmente como fuerzas de represión y control social.

Así, el diario valenciano las Provincias relató de este modo el final de esta pionera actividad reivindicativa: acudieron al lugar de los hechos fuerzas de la Policía Armada equipada con material antidisturbios pero no llegaron a actuar y a requerimiento de sus oficiales se retiraron.   De este modo permanecieron sin ser recibidos durante tres horas ante el Ministerio de la Gobernación. Los manifestantes reclamaron la dimisión de Martín Villa y según las fuentes se produjeron algunos incidentes entre manifestantes y los jefes que intentaban disuadirles.

 El 6 de diciembre de 1976, un grupo de policías armados y guardias civiles decidieron reunirse en la Casa de Campo de Madrid y acordaron llevar a cabo una manifestación en la vía pública, fijando la fecha del día 17de ese mismo mes. Desde el día siguiente se dieron consignas por las radios de los vehículos policiales de forma constante: “Todos a la Plaza de Oriente, día 17 a las 12 horas». Los organizadores sabian lo que se jugaban. estaban sometidos a la disciplina castrense y un acto semejante podría ser considerado como rebelión militar. No obstante. se apreciaba  una gran determinación por parte de los organizadores. El día D a la hora H, los policías comenzaron a llegar a la plaza en gran número; los oficiales que, de servicio, fuero a intentar controlar la situación o, al menos, a tomar buena nota de las posibles faltas o delitos que pudieran cometerse, no daban crédito a lo que estaban viendo. Se organizaron en asamblea y eligieron a dos vocales representativos, uno por cada uno de los Cuerpos. A continuación se leyó un manifiesto y, acto seguido, partieron en manifestación cruzando Madrid, hasta llegar frente al Ministerio de la Gobernación. Fueron cesados el director general de Seguridad, Rodriguez Román, y el director general de la Guardia Civil, Ángel Campano.

 La represión no se hizo esperar. Doscientos guardias civiles fueron detenidos, expedientados y recluidos en los sótanos de la Dirección General del Cuerpo, cuyos calabozos no pudieron albergar a todos los sediciosos, por lo que muchos fueron trasladados a Aranjuez y a la Academia de Valdemoro. La mayoría de ellos fueron expulsados de la Benemérita, aunque, tras la tramitación de recursos contencioso administrativos, pudieron reingresar en el instituto en virtud de sentencias judiciales.

La mayor parte de los expedientados sufrieron traslados indiscriminados, los destinaron al País Vasco. A pesar del tremendo aparato de represión sindical desplegado por el Estado Mayor de la Guardia Civil, las primeras consecuencias de la manifestación de la calle Guzmán el Bueno fueron inmediatas. El Gobierno, que también se negaba a reconocer esta lucha, concedió a los funcionarios de la Benemérita y de la Policía el derecho a acogerse a los beneficios del régimen general de la Seguridad Social. La persecución alentada por los mandos, lejos de acallar estas voces, provocó el efecto contrario, y los guardias, hasta entonces servilistas, creyeron que había llegado el momento de dignificar la profesión.

A raíz de esta manifestación germinó en las bases de la Guardia Civil un cierto sentimiento sindicalista que se acentuó a partir del momento en que la Policía Armada es desmilitarizada por la Ley Orgánica 2/1986 de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y legalizados los sindicatos policiales.

Los efectos de la manifestación de la Seguridad Social», como ha pasado a denominarse esta primera acción reivindicativa protagonizada por miembros de la Guardia Civil y la Policía, marca un hito fundamental en varias vertientes. En primer lugar, significó el nacimiento de una corriente que cada vez será mayor en estos Cuerpos policiales, cuyos agentes empezaban a organizarse para conseguir un modelo policial democrático. En una segunda vertiente nos encontramos con el efecto que tuvo la feroz represión posterior: 

Muchos fueron cesados en sus destinos y trasladados forzosamente, en su mayoría al País Vasco, lo que propició y aceleró la creación de focos sindicalistas en los cuerpos de policía.

Por otro lado, las medidas disciplinarias, aplicadas con dureza aquel invierno desde la Dirección General de la Guardia Civil,  pretendían no sólo sancionar a las personas que participaron en la concentración sino acallar cualquier inquietud reivindicativa interna. 

Como ha señalado el profesor Manuel Ballbé estas medidas represivas silenciarían por bastante tiempo cualquier movimiento democrático en el seno de los Cuerpos policiales militarizados y ello demostraba, de nuevo, que la responsabilidad del mantenimiento de un modelo autoritario en la Policía no recala en los agentes de la escala básica, sometidos a un régimen marcial, sino en los mandos Y dirigentes políticos interesados en perpetuar la situación al servicio de sus intereses. También parece que la permanencia de estos Cuerpos policiales militarizados responde al tipo de transición democrática que se produjo en nuestro país, donde, tal y como ha señalado el catedrático Vicenc Navarro, el peso de la derecha política y social fue muy notable.

La realidad en la Guardia Civil permaneció inalterada. Esta sensación de bloqueo y de abandono tiene un efecto colateral muy importante: es en el verano de 1982 cuando se inician, de forma clara. los primeros contactos y reuniones clandestinas entre miembros de la Guardia Civil para Formar un sindicato. La ilusión creada entre los guardias civiles por las expectativas abiertas tras el triunfo del PSOE se tomó en decepción cuando los cambios prometidos no llegaron. Esto fue lo que aceleró el proceso de creación de un sindicato en el seno del Instituto Armado. Proceso que adoptó varias formas, dispersas y descoordinadas en un principio.

El periódico Diario 16 dejó claramente expresado en su edición del 21 de junio de 1983 el efecto que causaron estas primeras reuniones dentro del Cuerpo: “Conmoción en el mando ante la creación de un sindicato clandestino en la Guardia Civil”.

Las noticias apuntan a que existía un grupo organizado de suboficiales y cabos del Cuerpo que habían redactado un manifiesto de nueve folios y tenían ya preparada la aparición de una revista con el nombre de Ahumada.

Un mes más tarde, el 27 de julio de 1985, el semanario Tiempo publica la primera noticia sobre el nacimiento de un sindicato dentro del Cuerpo: la Unión Sindical de Guardias Civiles (USGC). Cinco promotores de la USGC (dos oficiales. un sargento y dos números) declaran a Tiempo que cuentan ya con 150 militantes clandestinos y varios núcleos organizados en Madrid. Barcelona. Bilbao y Sevilla.

 Presentaron una plataforma reivindicativa de 27 puntos, que habían empezado a distribuir por acuartelamientos del Cuerpo:

' Desmilitarización a corto plazo…

' Reintegración en el Cuerpo de los expulsados por la manifestación de la Seguridad Social.

' Reconocimiento del derecho de sindicación.

'Amnistía para todos los implicados en actividades sindicales.

' Dimisión del general Aramburu Topete.

' Nombramiento de un civil como director general del Cuerpo.

'Sustitución del profesorado de las Academias por profesorado civil.

' Cese automático de la instrucción militar en las academias

'Supresión de la figura del guardia civil auxiliar.

' Cese inmediato de la afluencia de Oficiales procedentes de la Academia General Militar.

' Salida inmediata de todo el personal del ejército destinado en el Cuerpo.

' Dependencia total del ministerio del Interior.

'Abolición de todo el reglamento de la Guardia Civil y creación de un Código Deontológico ajustado a Derecho.

' Creación de una comisión del Ministerio del Interior para el estudio de la estructura de la Guardia Civil con participación de los sindicatos.

' Creación de un comité que investigue todos los casos de corrupción.

' Supresión del pago de cuotas a la Cofradía Nuestra señora de la Cabeza, Damas del Pilar, Mutua Benéfica y Socorros Mutuos.

' No expulsión del Cuerpo por acumulación de correctivos.

' Reconocimiento del derecho y obligación de denuncia a un superior.

' Reconocimiento del derecho a vacaciones.

'Abolición de todos los servicios superiores a ocho horas. Máximo ocho horas de servicio diarias y derecho a un día libre semanal.

' Nombramiento de los servicios con tres días de antelación.

' Derecho a circular por donde se quiera. salir del cuartel cuando se quiera y vivir donde se quiera sin necesidad de autorización, con la única obligación de estar en el cuartel a la hora de montar el servicio

'Supresión de la revista Guardia Civil por inservible.

'Supresión de dietas por revistas e igualdad de dietas a todos los componentes.

'Gratuidad del nuevo uniforme y anulación del tricornio y trinchas en la uniformidad.

' Medidas de protección contra el desempleo.

º Derecho a excedencia.

 Las modificaciones a la Ley Orgánica de la Defensa aprobadas en 1983 no afectaron el artículo relativo a la Guardia Civil, que continúa bajo la doble dependencia de los ministros de Defensa e Interior, sin especificar en ningún momento que se trata de un cuerpo integrado en las Fuerzas Armadas. La insistencia de ambos ministros, Narcís Serra y José Barrionuevo, en mantener el carácter militar del Cuerpo, supuso una contradicción con las posturas mantenidas por el PSOE, cuando esta fuerza política estaba en la oposición.

El 20 de junio de ese mismo año, según informaron fuentes policiales, miembros del Instituto Armado realizaron diversas gestiones clandestinas para formar el embrión de lo que podría ser un sindicato de los funcionarios del Cuerpo. La organización se denominaría Sindicato Profesional de la Guardia Civil o Sindicato de la Guardia Civil, al amparo del proyecto de ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que el Gobierno elaboraba.

En diciembre de 1984 dirigentes del Partido Comunista de España(PCE) solicitaron, a través de una interpelación parlamentaria, la desmilitarización de la Guardia Civil y la legalización del clandestino Sindicato Profesional de la Guardia Civil. Manuel Corvo, secretario de la Comisión de Interior del PCE, afirmó que «la reforma policial no debe finalizar en la Policía Nacional y en el Cuerpo Superior de Policía, sino que debe alcanzar al Instituto Armado, por lo que los comunistas vamos a dar la batalla en el tema de la Guardia Civil».

El SPGC contaba en esos momentos en Madrid con una junta gestora compuesta de doce miembros, entre los cuales figuraba algún oficial. También disponían de juntas provinciales, constituidas en Sevilla, San Sebastián, Barcelona y Valencia.

El 8 de marzo de 1985, las agencias informativas difundían un despacho insólito. Según había publicado un diario local, en el que se recogían supuestas declaraciones sindicales de un pretendido comité provincial del clandestino sindicato de la Guardia Civil, una cuarta parte de los guardias civiles de Huelva, estaba asociada a esta organización ilegal. Destaca también en las zonas de Levante y Andalucía. De esta forma, los mandos aceptaron una situación que hasta entonces se habían negado a considerar: que la sociedad progresaba a distinto ritmo que el Cuerpo.

Con el fin de garantizar el descanso semanal de todo el personal,   particularmente el de los guardias que por encontrarse una mayoría de ellos en pequeñas unidades no gozan de dicho descanso, se publica la O.G. nº 39 de 19/06/84 ordenando que los miembros del Cuerpo gozaran de un día libre a la semana.

 La injerencia de los mandos militares en asuntos que nada tenían que ver con la institución, como la investigación de profesionales de la información supuestamente relacionados con guardias sindicalistas, fue mucho más lejos a comienzos del año 1986. El Si en la comunidad autónoma andaluza los mandos se desayunaban diariamente con este tipo de denuncias, los comités ejecutivos del sindicato en otras provincias no permanecían inactivos. En Madrid, el SUGC llegó a presentar en el Congreso de los Diputados y ante el Defensor del Pueblo los resultados de una investigación sobre presuntas negligencias médico-asistenciales en el Hospital Militar de Ciempozuelos, donde irremisiblemente daban con sus huesos los guardias sospechosos. La filosofía que inspiraba esta práctica era bien sencilla: un guardia que reivindicara sus derechos fundamentales sólo podía estar loco.

Los testimonios recogidos sobre el Hospital Militar de Ciempozuelos, aportados en su mayoría por guardias afiliados, aseguraban que ser declarado útil para el servicio tras una estancia en este centro sanitario constituía un hecho insólito. A pesar de su aparente modernidad, las condiciones ambientales de este hospital y los tratamientos aplicados podrían provocar, según las referencias, el agudizamiento de los trastornos psíquicos de los pacientes, ya que en muchos aspectos el hospital no era sino la prolongación de los cuarteles y de su estructura disciplinaria. A Ciempozuelos se llegaba tras haber superado el reconocimiento de un tribunal militar que entendía en casos muy dispares.

Allí eran condenados a la soledad de una habitación durante semanas o meses, el tiempo que se juzgara necesario para su observación, o a la convivencia con la más variada gama de locuras, incluido el asesinato.

La concatenación de noticias relacionadas con casos de abuso de poder y menosprecio a los derechos de los agentes en la Guardia Civil, creó un clima que eclosionó en 1986 con la nueva ley de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que unificó el Cuerpo Nacional de Policía con la Policía Nacional dejando fuera a la Guardia Civil que, al no tener un régimen disciplinario propio, se regía por el de las Fuerzas Armadas, continuando con la prohibición de la adscripción a sindicatos u organizaciones profesionales.

Este hecho, una nueva ley que no avanzaba en la modernización y democratización de la Guardia Civil, a la postre se convirtió en el detonante que impulsó la creación de la Unión Democrática de Guardias Civiles (UDGC), liderada por el cabo Manuel Rosa Recuerda, y del Sindicato Unificado de la Guardia Civil (SUGC), nuevas organizaciones que coordinarán todos los núcleos de activistas sindicales que habían protagonizado los anteriores intentos de cuajar una organización. El SUGC y la UDGC se habían estado preparando para consolidar su presencia en la Guardia Civil y, además, resistir. Si durante estos años estas organizaciones ilegales, con sus insistentes demandas de democratización y desmilitarización del Cuerpo, se convierten en la «bestia negra» de los mandos militares de la Guardia Civil, la cuestión les iba a preocupar bastante más con el transcurrir del tiempo.

Varios hechos se producen también durante 1985 que vienen a demostrar cómo el proceso de construcción del movimiento sindical clandestino en la Guardia Civil empieza a ser una realidad. Desde el mundo político se van conociendo opiniones a favor de la desmilitarización del Cuerpo. En abril Cambio 16 publica que Francisco Laína, ex director de la Seguridad del Estado con el Gobierno de UCD, había defendido en una tertulia de radio la desmilitarización del Instituto armado.

La preocupación de la DGGC por la formación de un nuevo sindicato en el Cuerpo lejos de desaparecer, va en aumento, tanto es así que el 15 de julio Cambio 16 publica que miembros de la Guardia Civil adscritos a la lucha antiterrorista han recibido el encargo de investigar la actividad sindical de agentes de la Benemérita, convirtiéndose esta noticia en la primera prueba pública de que la DGGC empezaba a utilizar a sus servicios secretos para investigar el sindicalismo clandestino. Con el paso de los años este desvío de personal adscrito a unidades de la lucha antiterrorista o a los servicios de Información hacía la investigación del asociacionismo en el Cuerpo va a ser una constante que continuará, incluso, con el movimiento asociativo legalizado, como demostraremos más adelante.

La colaboración con el recién creado Sindicato Unificado de Policía (SUP), que les brinda asesoramiento jurídico, logístico y político, es fundamental durante toda esta primera etapa de expansión y consolidación del SUGC, todo ello de forma clandestina y sufriendo el autoritarismo militar más intransigente de los mandos del Cuerpo. En esta tarea destacaron los generales Sáez de Santamaría, Francisco Cereceda y Andrés Cassinello, obsesionados por erradicar como fuera a la organización sindical y que no dudaron en recurrir al traslado forzoso de cientos de guardias ci viles para hacer desaparecer los núcleos de militancia sindical más sólidos.

 Aparecen por vez primera las conferencias de prensa de miembros de la Guardia Civil, encapuchados para conservar su anonimato. La prensa conservadora orquesta durante todo el verano de 1986 una durísima campaña contra el SUGC denominándolo “sindicato de encapuchados»”(ABC, 29-8—1986), “sindicato de desleales” (editorial del ABC del 24-9-1986) o “Sindicato clandestino, delito de sedición»”(ABC, 29-8-1986). Es tal la virulencia de los editoriales e informaciones, que los detractores relacionan estas maniobras oscuras con los países del Este, a los que acusan de intentar debilitar mediante el SUGC a las Fuerzas Armadas y de ser una operación orquestada por los comunistas para acabar con la Guardia Civil (ABC. 29-8- 1986).

El diario El País publica una nota del SUGC el 18 de agosto de 1986 donde denuncia esta campaña de prensa contra el sindicato y acusa al PSOE de carecer de memoria histórica e ignorar la lucha clandestina de este partido durante el Franquismo. También el periódico El Heraldo de Aragón, por estas mismas fechas reclama en un editorial que se ponga fin a esta situación y emplaza a la Administración del Estado a que escuche las demandas de los guardias civiles.

Comienza también la feroz represión hacia los agentes sindicalistas. Destacaron los generales Sáenz de Santamaría, Francisco Cereceda y Andrés Cassinello, obsesionados por erradicar como fuera a la organización sindical y que no dudaron en recurrir al traslado forzoso de cientos de guardias civiles para hacer desaparecer los núcleos de militancia sindical más sólidos. Todo valía en la guerra contra el SUGC. Así veía el general Cereceda, subdirector del Cuerpo, a los miembros del sindicato en unas declaraciones a la prensa: “Son individuos resentidos de sí mismos y de sus obligaciones que, además, no son ni guardias civiles porque no tienen los sentimientos que tienen los guardias, son cobardes e indeseables”.

Y terminó añadiendo de forma tajante y amenazadora: “Vamos a impedir con dureza que lleven la indisciplina a nuestra institución”. Para el director general de la Seguridad del Estado Julián Sancristóbal, los guardias del SUGC eran unos locos que no tienen sitio dentro del Cuerpo.

El Comité Ejecutivo del SUGC comenzaba a buscar también vías posibilistas para abordar la democratización del Cuerpo viendo necesario restablecer los contactos con el PSOE. Para ello puso en marcha en el verano de 1986 la llamada Operación Hermenegilda con el fin de plantear al Gobierno socialista vías para legalizar el sindicato y hacerles entrega de sus propuestas en torno a la desmilitarización del Cuerpo.. Las declaraciones del presidente Felipe González el 20 de agosto negando la existencia de sindicalistas en la Guardia Civil frustraron, sin embargo. cualquier posibilidad de establecer un diálogo entre el Gobierno y el SUGC. La vía dura de los ministros del Interior y de Defensa, José Barrionuevo y Narcís Serra, había ganado de nuevo la partida.

 La Unión General de Trabajadores  de Andalucía denunciaba también la remodelación que se iba a llevar a cabo en varias comandancias  del Cuerpo, donde se produciría el traslado forzoso de unos seiscientos funcionarios de la Benemérita. Esta medida afectaría a guardias civiles de Cádiz, Huelva, Almería y Sevilla.

«Los traslados —según manifestó un portavoz sindical- producen graves trastornos a los guardias afectados y a sus familias. El motivo aparente de esta remodelación es, al parecer, que en algunas comandancias sobran efectivos. Nosotros creemos que la mayoría de los traslados están motiva dos por causas sindicales, ya que es en esa zona donde el SUGC obtiene mayor respuesta en los cuarteles.»

 El 19 de septiembre, veinticuatro horas antes de que se produjera la detención del cabo Rosa, el comité ejecutivo nacional del SUGC advirtió sobre las acciones emprendidas por los servicios de información de la Guardia Civil con el objetivo de desmantelar el sindicato. Para ello, la denominada Unidad de Servicios Especiales (USE), un grupo de élite especializado en lucha antiterrorista y operaciones «sensibles, creó un servicio especial bajo el mando del teniente Julián Hernández del Barco, alias Arturo.

El procesamiento de los periodistas Antonio López Hidalgo,  y Juan Emilio Ballesteros Macias, ambos redactores, en el momento de ser acusados de injurias al Ejército, de los diarios El Correo de Andalucía y Diario 16 respectivamente, concluiría con una polémica sentencia absolutoria de Audiencia Provincial de Sevilla, sentencia 324/89, que negó el carácter militar de la Guardia Civil además de poner en juego una vez más en la España democrática el derecho a la libertad de información. Los dos periodistas inculpados recibieron en el mes de noviembre de 1987, en las respectivas redacciones de los diarios en que trabajaban, el siguiente documento un documento del SUGC el cual publicaron en sus respectivos diarios.

En los fundamentos jurídicos de la sentencia 324/89, la Sala estimó que las noticias de prensa de las que fueron autores los procesados se referían a la Guardia Civil y, por lo tanto, sólo cabría la comisión del delito imputado en el caso de que la Guardia Civil forme parte de los Ejércitos. En los últimos años han sido importantes el debate doctrinal y los pronunciamientos jurisprudenciales sobre la naturaleza de la Guardia Civil. Pues bien, sin desconocer su estructura y organización. así como el eventual desempeño por dicho instituto de misiones de carácter militar, el tribunal estima que no está integrado y no forma parte de los Ejércitos. de manera que los procesados no pudieron cometer el delito que se viene analizando.

 Así lo establece el artículo Octavo de la Constitución, desarrollado por la Ley Orgánica 6/1980, de uno de julio, sobre regulación de los criterios básicos de la defensa nacional y de la organización militar. El artículo 23.2 de esta última disposición, y el artículo 2 de la Ley 85/1978, de 28 de diciembre, sobre Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas reiteran que están constituidas sólo por los tres Ejércitos.

La Guardia Civil no forma parte, pues, de las Fuerzas Armadas, de los Ejércitos, y sí en cambio de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, cuya misión, dice el artículo 104de la Constitución, es proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana.

 La STS 25/1988, de 15 de diciembre (Sala de lo Militar), después de descartar que el procesado, capitán de la Guardia Civil, perteneciera al Ejército de Tierra, dice que la definición de la Guardia Civil como Instituto Armado de naturaleza militar, aun teniendo el efecto de —someter a sus miembros al derecho sancionador militar. tanto penal como disciplinario, no supone la inclusión del mencionado Cuerpo en las Fuerzas Armadas en sentido estricto, mencionando en apoyo de su tesis el artículo 38 de la Ley Orgánica 6/1980, los artículos 5 y 19.2 de la Ley Orgánica 12/1985, de 27 de noviembre, sobre Régimen Disciplinario de las Fuerzas Armadas, y el artículo 9.b de la Ley Orgánica 2/1986.

Tampoco afecta a cuanto se lleva expuesto la reciente Ley 17/1989, de 19 de julio, reguladora del Régimen del Personal Militar Profesional (BOE de 20 de julio). Con independencia de que no entrará en vigor hasta el uno de enero de 1990, y de que no regula el Régimen de Personal de la Guardia Civil (artículo 4), distingue netamente entre Fuerzas Armadas y Guardia Civil, y las referencias a la misma en sus primeros preceptos, reitera la normativa de la Ley Orgánica 2/1986; y en cuanto al sometimiento de sus miembros a las leyes penales y disciplinarias militares (artículo 4.3), cualquiera que sea el pronunciamiento que en su día y en su caso pueda hacer al respecto el Tribunal Constitucional, no entraña su inclusión en las Fuerzas Armadas, en los Ejércitos, como dice con toda claridad la STS 25/88, de 15 de diciembre.

 El pleno del Tribunal Constitucional desestimó el 16 de noviembre de 1989, en una sentencia de 74 folios, por mayoría de diez votos contra dos, sendos recursos de amparo del cabo de la Guardia Civil Manuel Rosa Recuerda, promotor de la Unión Democrática de Guardias Civiles, contra las sanciones que le fueron impuestas por el director general del Cuerpo, Luis Roldán, y contra el Juzgado de Sevilla que se declaró incompetente sobre su privación de libertad. Este alto tribunal pedía al legislador que se definiera sobre un régimen disciplinario único para la Guardia Civil.

Los dos votos particulares afirmaban que no cabía una fuerza de seguridad militarizada.

 El sindicato va perfilando los núcleos fundamentales del sindicalismo clandestino en la Guardia Civil: Andalucía, Extremadura, Comunidad Valenciana, Cataluña, Asturias, País Vasco, La Rioja, Navarra, Galicia y Aragón.

La inexistencia de comités clandestinos en Madrid se debe a los recelos que siempre despertó en la dirección del SUGC la posibilidad de que se usase la capital como puerta para infiltrar tapas en la organización.

En 1989 José Luis Corcuera es el nuevo ministro del Interior.

La Dirección General inicia en 1990 una rigurosa persecución de los dirigentes del SUGC y conocidos lideres representativos de los guardias civiles.

Estas nuevas detenciones están relacionadas con las elecciones para la Mutua Benéfica del Cuerpo celebradas en el último trimestre del año anterior.

Estos comicios fueron los primeros democráticos en la Guardia Civil. Los agentes eligieron a sus representantes de forma libre y secreta y pronto se propagó el rumor de que los órganos de dirección de la nueva Mutua Benéfica habían sido copados por miembros del sindicato. De tal forma que el general Francisco Millán Terrador  se niega a convocar la asamblea reglamentaria después de que el SUGC anuncie en un comunicado que un prestigioso Suboficial, miembro del sindicato y destinado en Toledo, puede alcanzar la presidencia de la Mutua.

En el trasfondo de este pucherazo» estaba la advertencia del SUGC de que la nueva Junta pediría una auditoría financiera de la Mutua Benéfica, pues informaciones de entonces calculaban un agujero de 13.000 millones de pesetas sin justificar. Por aquel año .el patrimonio de la Mutua se estimaba en más de 6.000 millones v sólo en cuotas obligatorias de los guardias se recaudaban 850 millones de pesetas al año.

A finales de julio de 1990 había cinco guardias civiles encarcelados en la prisión militar de Alcalá-Meco (Manuel Rosa. José Luis Espino, Juan Antonio Cillán, Miguel García y José Antonio León Serralbo. Cuatro permanecían en la prisión militar de Figueras en Gerona José María Baz Bonilla. Pedro Ruiz Fernández. Francisco Rubio Rodríguez y Carlos Fuentes Mendoza. y un guardia civil estaba detenido en Zamora. Otros detenidos fueron José Luis Bargados, Fernando Cordero Martin (que aunque no fue relacionado en un principio con el sindicato, coincidió en la prisión con Rosa y Morata, entre otros), Alejandro Álvarez Borja. José Morata Gargallo, Ramón Bravo Fuertes, Joaquín Parra. Manuel Linde. José Piñeiro, José Salinas Berenguer, Pedro Escazíbar Gómez y José Antonio Teixiere, que ingresó en prisión por desacato. Al guardia civil Juan Romero Fernández se le encarceló en Logroño, pero ganó el juicio en el Tribunal Superior de Justicia de La Rioja. José Castaño Méndez, acusado de pertenecer al SUGC y ser su tesorero, también fue encarcelado en Alcalá de Henares. A todos ellos había que unir al sargento José Moreno, detenido en Madrid; a Fernando Rayo en Huelva, a P. López acusado de deserción y a José Garrido Sales. Por su supuesta participación en una manifestación del 1º de Mayo en Murcia.

Pendientes de un Consejo de Guerra en Sevilla estaban J.A. Martinez  Jimenez, José Luis Espino Crrasco, Juan Reina Roldán y José Antonio Cañada Santos. Finalmente, quedan absueltos.

Pero si la guerra mantenida contra el asociacionismo democrático no se detiene, la imaginación y la audacia de los perseguidos tampoco.

Así, el 7 de junio de l990. ocho guardias civiles presentan los estatutos de la Sociedad Unionista de Guardias Civiles (SUGC) en el registro de la Generalitat Valenciana. Fue el secretario general del SUP en la Comunidad Valenciana, Joan Rocatí, el que hizo de mediador con el entonces presidente autonómico, el socialista Joan Lerma. para que se cursaran los estatutos. En la redacción de los mismos figuran como Junta Directiva: Alejandro Alvárez  Borja como presidente. José Morata Gargallo como vicepresidente y Antonio Álvarez Ríos, padre del guardia Alejandro. como secretario. De vocales, los guardias civiles de la comandancia de Castellón: Francisco Javier Alcoz Martinez, Pedro Mendo Sánchez, Joaquin Zambrana Pérez, Gonzalo Gallego Siurana, Antonio Fernández Alfaro, José Dacosta Lorenzo, Pedro Llaves Almagro y José Malmierca Valle.

 El 27 de junio el Juzgado Togado militar número 17de Valencia acuerda tomar declaración a los guardias civiles que figuraban en la Junta Directiva de la Sociedad Unionista y se instruye un sumario de asombroso parecido con el abierto, como hemos señalado anteriormente, a otros agentes acusados de pertenecer al SUGC. Un togado Militar se desplaza hasta la Comandancia de la Guardia Civil de Castellón para interrogar a todos los firmantes, pero finalmente no presenta cargos contra ellos.

 Además, un alto cargo del Ministerio del Interior emite un informe negativo de los estatutos propuestos, puesto que en sus fines aparecen matices de representación y defensa de intereses profesionales y sindicales, algo prohibido en una Guardia Civil que presume que los mandos son los mejores y mayores defensores del guardia civil. Verdaderamente brillante este informe. El 11 de septiembre prosigue la lucha jurídica por la negativa de Interior a inscribir la Asociación, con la presentación de un recurso de alzada y, al no obtener respuesta, un recurso contencioso administrativo ante el Tribunal Superior de justicia de la Comunidad Valenciana resuelve el 8 de noviembre de 1993 en contra de la inscripción.

 Ante este clima Cambio 16 informa, en septiembre de este año, de un plan de Luis Roldán para acabar con el SUGC mediante la aplicación rigurosa del nuevo régimen disciplinario del Cuerpo aprobado en Febrero de ese mismo año. Según la revista, en una primera Fase, serían expulsados los miembros del sindicato más activos que la Dirección General cifra en veinte. En caso de que la medida no fuera suficiente para desmantelar la estructura sindical, se procedería a la expulsión de otros doscientos agentes plenamente identificados como miembros del clandestino sindicato. Y si ello no bastara, los expedientes de expulsión alcanzarían, en una tercera fase, a un número superior a mil guardias, todos los identificados o relacionados con el sindicato.

 

OPERACIÓN COLUMNA: GUARDIAS CONTRA GUARDIAS

 

A finales de 1988, la Dirección General de la Guardia Civil encarga al coronel Pedro Catalán, a la sazón jefe del Servicio Central de Información, la elaboración de una serie de análisis y estrategias encaminadas a acabar con el movimiento sindical clandestino en el Cuerpo. Los documentos, de carácter secreto y englobados bajo la denominación genérica de Operación Columna, versan sobre la estructura interna del SUGC y de la UDGC, sus posibles integrantes. reivindicaciones, implantación y vías internas de contacto entre sus miembros.

Pero, además, la Operación Columna incluye el diseño de una serie de operativos para acabar con el sindicalismo, muchos de ellos abiertamente fuera de la legalidad. Así, en un documento fechado el 17 de abril de 1989, se dice que los miembros de las células se relacionan entre si empleando los teléfonos de familiares y vecinos o mediante la contratación, por parte de sus esposas. de apartados de correos que cambian cada mes. Y añade: La mayor parte de las esposas de miembros del movimiento sindical clandestino cooperan, activamente con sus maridos sirviéndoles de enlaces o efectuando reconocimientos previos de itinerarios ante sus citas orgánicas.

En el capítulo de apoyos, se enumeran todos los partidos políticos y sindicatos —de clase y policiales— que respaldan al movimiento sindical en el Cuerpo, así como medios de comunicación que difunden los comunicados del SUGC, y se abre un apartado titulado “Docencia y profesiones liberales» en el que se cita con nombres y apellidos al catedrático Francisco Javier Pérez Royo, al profesor José Manuel Cervera Grajera, al licenciado Francisco Javier Terrente Quesada, al procurador Mauricio Gordillo Cañas, y a los abogados Jesús López de Lemus, Antonio Mates Rodríguez y Manuel Manzaneque Garcia.

Este documento finaliza proponiendo el arresto simultáneo de entre 10 y 15 dirigentes sindicales y su entrega a la justicia militar acusados de un supuesto delito de sedición; la elección de otro grupo “más numeroso que el anterior pero de menor potencial, para ejercer sobre él, aislada e individualmente, las correcciones disciplinarias a que se hubieran hecho acreedores; y la advertencia privada e individual a cada uno de los restantes».

En otro documento fechado el 24 de mayo de 1989 se informa de que ya ha concluido la fase de acopio de información y se inicia la de desarticulación de las estructuras clandestinas, a cargo de un Dispositiv0 Operativo Especial volcado absolutamente en este asunto. Este documento tiene continuación en otro de fecha 24 de agosto de ese año en el que se establece como prioridad conseguir la convocatoria de una reunión del Comité Nacional de SUGC, a la que asistan todos los dirigentes de los Comités Provinciales procediendo a la detención de los mismos». En caso de no alcanzarse este objetivo. se insta a provocar convocatorias de reuniones de comités regionales para llevar a cabo igualmente los arrestos.

Más adelante, el texto propone las intervenciones de dos teléfonos de aquellas dependencias oficiales desde las que. se sabe o se presume, contactan los sospechosos cuando se encuentran de servicio, y los de aquellas otras personas, familiares o no. que emplean para sus comunicaciones orgánicas. Para el espionaje a los sospechosos, familiares, vecinos, amigos, colaboradores, etc., el Servicio de Información propone el alquiler de locales y la colocación de equipos de escucha a cargo de la Unidad de Servicios Especiales (USE). El texto marca el 15 de septiembre de 1989 como fecha de inicio de la operación, y advierte:

“Si se necesita provocar algún hecho para obtener una prueba, se solicitará del SCI (Servicio Central de Información”.

La ficha de apertura de la Operación Columna se completa con un listado de 25 nombres de supuestos sindicalistas de la Guardia Civil, sus DNI, destinos y situación judicial y disciplinaria, y se remata con una frase triunfalista: “La operación, en su principio, no parece que ofrezca grandes dificultades de ejecución».

El 22 de enero de 1990 se redacta otra nota informativa de carácter secreto en la que se comunica que ha quedado establecida la red de escuchas y se dice que se ha desechado el espionaje en el caso del guardia  Manuel Linde Falero, de la 131 Comandancia (Badajoz), por haberse desencadenado una campaña de prensa, a raiz (sic) de la presentación de un Comité del SUGC en Mérida, que mantenía la idea-fuerza de que el SIGC había intervenido los teléfonos de los miembros del Cuerpo sospechosos de pertenecer al SUGC». Efectivamente, el diario Extremadura se había hecho eco de una denuncia sindical sobre la intervención de cinco teléfonos de particulares, entre ellos el de la esposa de un diputado regional de IU, el de un periodista y los de varios familiares de guardias sospechosos.

La Asociación de Cónyuges de Guardias Civiles merece buena parte del informe elaborado el 4 de mayo de 1990. en el que se dice que esta organización actuará como organización pantalla del movimiento sindical clandestino será conveniente el comenzar a estudiar acciones legales contra la misma.

El 12 de julio, se redacta una nueva nota sobre la operación para desarticular el Comité del SUGC en Vigo, que refleja claramente que todo vale para acabar con el movimiento clandestino. Así, leemos:

Se precisaría que el Guardia José Piñeiro González conceda y celebre una entrevista a cualquier representante de un medio de comunicación social. Que la entrevista sea publicada. Que se recoja en las escuchas la concesión de la entrevista y comentarios sobre la publicación de la misma. A través de un colaborador del Servicio, relacionado con los m.c.s., la entrevista fue concedida y celebrada, con grandes medidas de seguridad, durante el dia de ayer. Duró tres horas y a lo largo de la misma el objetivo se implicó gravemente en actividades sindicales clandestinas. La concesión de la entrevista y, posteriormente su contenido han quedado reflejados en las escuchas telefónicas a que está sometido el objetivo. El colaborador está tratando de introducir en algún m.c.s. la entrevista para que sea publicada mañana viernes. En el supuesto de que la publicación se efectúe mañana viernes, durante este fin de semana, el juez Togado Militar de La Coruña preparará las órdenes de detención, entrada y registros necesarias, para actuar, el próximo lunes, contra el objetivo.

Finalmente, tras numerosas detenciones y el debilitamiento operativo del SUGC por las medidas represivas y las tensiones internas, la Dirección General de la Guardia Civil daba por concluida la Operación Columna el 19 de junio de 1991, en una nota-informe en la que se ordena abrir otras cuatro operaciones parciales contra los flecos del movimiento sindical. 

 Para el desmantelamiento del SUGC se utilizan a los Jueces y Tribunales Militares, pero lo cierto es que, a tenor de informaciones aparecidas en el verano de 1990 en el Periódico de Cataluña, algunos jueces militares habían expresado su malestar por el abuso de la justicia militar por parte de los responsables de Interior en sus actuaciones contra los sindicalistas. Cuestionaban también las escuchas y los pinchazos telefónicos que se realizaban mediante órdenes judiciales militares mucho más fáciles de conseguir que las de jueces civiles. Según estas informaciones, los jueces militares eran conscientes de que Interior les había trasladado una «patata caliente» y les obligaba a «matar pulgas a cañonazos» al procesar a los presuntos sindicalistas por delitos de sedición, en vez de adecuar el reglamento del Cuerpo y contemplar, en su caso, medidas disciplinarias contra las reuniones clandestinas y el asociacionismo en el instituto armado

Fruto de estas detenciones, en los distintos Juzgados militares se encuentran instruidos unos cuarenta sumarios por el delito de sedición militar.

Finalmente en 1.994 se cierran todos los sumarios con sentencia de sobreseimiento o absolución. A la vista de estas sentencias la DGGC abre expedientes gubernativos contra todos los implicados solicitando la expulsión del Cuerpo de todos ellos.

Estos expedientes acabaron perdiéndose en las dependencias de la DGGG hasta que caducaron.

 El diario Levante de Valencia publica unos documentos confidenciales del Cuerpo con las contraseñas que, según los servicios de Información, usan los guardias para comunicarse entre ellos sin despertar sospechas entre los mandos y confidentes:

Filón de oro: las elecciones de la Mutua Benéfica.

Posters: propaganda escrita del sindicato.

Algo de arriba: se refiere al País Vasco.

Tener una paloma: recibir una carta con propaganda o información del sindicato

Vídeo porno: copia grabada de la entrevista que Canal 9, la televisión pública valenciana, realizó a miembros del SUGC. Otras grabaciones.

Club de fútbol: la rama del SUGC en Valencia.

Pese a la anécdota, que suponemos costó a los Servicios de Información de la Guardia Civil un arduo trabajo de investigación, la clandestinidad y las detenciones obligaron a los miembros del SUGC a desarrollar unas normas de seguridad para evitar represalias y detenciones.

Así para llamar por teléfono evitaban llamar dos veces seguidas desde el mismo. Se utilizaban teléfonos de cabinas públicas o de bares. Se desplazaban a localidades próximas para llamar. Utilizaban los teléfonos de amigos o incluso de los sindicatos de clase.

Otro sistema usado fue la utilización de un criptógrafo ideado por Borja y Morata, utilizado para trasmitir información mas confidencial. Se trataba de un cuadrante con el alfabeto completo, en el que cada letra se expresada por un símbolo e incluso otra letra distinta. Habia letras que tenían hasta 3 o 4 simbolos diferentes para dificultar más  aún su posible traducción.

Para mandar cartas o paquetes se utilizaban camioneros de confianza de la demarcación que viajasen regularmente entre varias provincias.

 

 FIN DE LA VIA SINDICAL Y ELECCION DE LA VIA DEL ASOCIACIONISMO

 

En Febrero de 1993 se realiza en Valencia, el VIII congreso del SUGC con asistencia de representantes de Cataluña, Aragón, Comunidad Valenciana, Galicia, Extremadura y Murcia. Las actas de dicha reunión no dejan lugar a dudas: las disputas y los personalismos son evidentes.

Se decide, ante la situación compleja en que se encuentra el movimiento sindical, con la mayoría de sus líderes encausados en los Tribunales Militares y el abandono por parte de muchos de ellos de la lucha, disolver el SUGC y optar por buscar una salida en la legalización de asociaciones.

 Aprovechando el escándalo de Luis Roldán, en Abril de 1.994  varios Guardias Civiles de Castellón dirigen al Ministerio del Interior los Estatutos  de la asociación COPROPER (Pro Perjudicados por la gestión de Luis Roldán y la corrupción) para su inscripción en el Registro Nacional de Asociaciones. El 2 de agosto el Ministerio del Interior da de alta a COPROPER con el número de registro 135.138, lo que la convierte en la primera Asociación de guardias civiles reconocida.

 A pesar de las presiones de la Dirección General, una parte del Gobierno y el propio Ministerio del Interior eran partidarios de la legalización. Como luego contó en una entrevista el propio Morata, esta Asociación se legalizó para que sirviéramos de puente en un proceso de creación de asociaciones profesionales que sirvieran para democratizar el Cuerpo y colaboraran. desde dentro, a cambiar su estructura y limitar el poder fáctico de la Guardia Civil.

 

 CRONOLOGÍA BÁSICA DEL ASOCIACIONISMO EN LA GUARDIA CIVIL

 

17de diciembre de 1976: Primera manifestación en Madrid de guardias civiles y policías reclamando derechos y Seguridad Social.

Primavera 1980: La Ley Orgánica de Defensa Nacional consagra la doble dependencia de la Guardia Civil, un primer paso hacia la desmilitarización.

 1982: Total desamparo de los guardias civiles ante el terrorismo.  Comienzan a crearse en las provincias del norte de España los primeros comités clandestinos de guardias civiles.

1982-1985:Triunfo del PSOE. Se desmilitariza la Policía Nacional. Promesas incumplidas respecto a los guardias civiles y sus derechos. Aparecen los primeros sindicatos clandestinos en la Guardia Civil: Unión Sindical de Guardias Civiles (USGC) y la Unión Democrática de Guardias Civiles (UDGC).

1986: Nacimiento del Sindicato Unificado de la Guardia Civil (SUGC).

Septiembre de 1986: Primera detención del dirigente histórico del SUGC, el cabo Rosa. Se inicia la persecución sistemática de los sindicalistas demócratas en la Guardia Civil. Se organiza la Asociación de Cónyuges y Familiares. cuyas diversas variantes organizativas a lo largo de estos años juegan un papel fundamental en la denuncia de la situación laboral de los guardias civiles.

1 de noviembre de 1986: Luis Roldán. primer civil al frente de la Guardia Civil. Prosigue la represión y la persecución de los núcleos sindicalistas en el Cuerpo.

1988: 1º Congreso clandestino del SUGC. La colaboración del SUP se inicia y fortalece.

1989: Fracasa un intento de negociación entre el movimiento asociativo representado por UDGC y el Ministerio del Interior dirigido por José Luis Corcuera. El Tribunal Constitucional reafirma la naturaleza militar del Instituto,  pero señala que sólo es una opción entre otras posibles.

1990: Se intensifica la represión y persecución de los militantes del SUGC.

1991: Las divisiones y enfrentamientos, además de la represión, minan este primer gran ciclo del movimiento asociativo clandestino. 

18 de octubre de 1993: El Tribunal Constitucional afirma en una sentencia que los guardias civiles tienen el derecho de asociarse. Estalla el escándalo Roldán.

Agosto de 1994: Surge la asociacion de guardias civiles COPROPER que es legalizada por el Ministerio del Interior

1996: Comienzan las persecuciones de militantes de COPROPER  Expulsión del Cuerpo del histórico militante José Morata.

1997: Consolidación organizativa de COPROPER

1998: La Audiencia Nacional amplía los fines estatutarios de COPROPER y la declara altamente saludable.

Mayo de 1998: Dirigentes de COPROPER presentan en el Congreso de Diputados sus propuestas sobre el modelo policial.

Noviembre de 1998: IV Congreso de COPROPER-6] en Valencia. Espionaje del mismo por el Ministerio del interior…

1999: Intensa actividad del movimiento asociativo. Crecimiento afiliativo. Apertura hacia otros colectivos sociales y sindicales. Amplia movilización contra el ingreso en prisión de guardias civiles por faltas administrativas.

2000: Participación en la manifestación del 1 de Mayo. Persecución de dirigentes y afiliados. COPROPER inicia contactos con todos los grupos parlamentarios para llevar las demandas del colectivo al Parlamento.

2001: COPROPER lleva a los tribunales la ampliación de sus estatutos y su nuevo nombre, AUGC.

6 de diciembre 2001: Miles de personas se concentran ante la sede de la Dirección General de la Guardia Civil reclamando derechos para los guardias civiles

2002: AUGC se consolida por todo el país. Las elecciones al Consejo Asesor de Personal (CAP), puestas en marcha por el Director General, señor Valdivielso, son copadas por AUGC (31 vocales. el 92% de la escala de guardias y cabos, y el 50% de suboficiales).

6 de diciembre de 2003: De nuevo miles de personas se concentran en Madrid, esta vez ante el Ministerio del Interior, para reclamar la democratización de la Guardia Civil

2004: Ingreso de AUGC en EuroCOP, la organización sindical que agrupa a más de medio millón de policías europeos.

22 de enero de 2004: AUGC organiza un gran acto político y sindical en el Palacio de Congresos de Madrid para reclamar derechos y democracia en la Guardia Civil. AUGC publica en la prensa. ese mismo día, su MANIFIESTO POR LOS DERECHOS DE LOS GUARDIAS CIVILES.

2004: Victoria socialista en las elecciones generales. Frustración tras la elección de un general de Aviación, Carlos Gómez Arruche, como nuevo director general del instituto.

Verano de 2004: AUGC renuncia a su presencia en el CAP por su total inoperancia y propugna la abstención en la renovación de cargos. Sólo votará en las elecciones de octubre de este año el 083 % del censo.

21 de junio de 2004: Firma del acuerdo de unidad sindical entre AUGC, SUP y CEP.

Enero de 2005: Nuevos ingresos de guardias civiles en prisión militar por faltas administrativas. El Gobierno socialista no cumple sus promesas.

Mano de 2005: Campaña de concienciación vial 

24 y 25 de mayo de 2005: AUGC traslada sus reivindicaciones al Parlamento Europeo.

 6 de diciembre de 2005: Manifestaciones de AU( JC ante las delegaciones de Gobierno con motivo del Día de la Constitución. La apertura de expedientes disciplinarios a dirigentes de AUGC que encabezan estas concentraciones desata una intensa campaña de solidaridad. Las sanciones terminan por no materiali7arse.

 22 de abril de 2006: Gran concentración de guardias civiles convocados por AUGC en la Plaza Mayor de Madrid por la dignidad y la democracia.

2 de noviembre de 2006: AUGC gana en Estrasburgo el caso Costa da  Silva, que declara ilegales los arrestos.

5 de diciembre de 2006: 200 dirigentes de AUGC de uniforme presentan sus quejas ante la oficina del Defensor del Pueblo en Madrid.

20 de enero de 2007: Miles de guardias civiles se concentran de uniforme en la Plaza Mayor de Madrid con el lema Derecho ya,

Las sanciones a 21 de los dirigentes de AUGC provocan una amplia movilización por todo el país.

28 de junio de 2007: Por 183 votos a favor frente a 131 en contra (del PP), el Congreso de Diputados aprueba la Ley de Derechos y Deberes de los Guardias Civiles y el cambio a un régimen disciplinario más moderno _v adecuado a las funciones policiales de la Guardia Civil,

13 de noviembre de 2007: Entra en vigor la Ley Orgánica 11/207 reguladora de los derechos y deberes de los guardias civiles, y el 24 de enero de 2008 la Ley Orgánica 12/2007 del nuevo régimen disciplinario de la Guardia Civil.

Enero y febrero de 2008: Primeras asambleas de AUGC en los cuarteles y unidades.

1 de Mayo de 2008: AUGC participa por vez primera en todas las manifestaciones obreras y sindicales con sus propias pancartas.

18 de junio de 2008: Gran acto en Madrid bajo el lema AUGC CONTIGO.

Verano de 2008: Los guardias civiles, encabezados por AUGC, participan en las primeras movilizaciones policiales que reclaman dignidad laboral y equiparación salarial.

7 de octubre de 2008: Dirigentes de AUGC presentan un escrito denunciando el incumplimiento del Gobierno en relación con la convocatoria de las elecciones al Consejo de la Guardia Civil.

18 de octubre de 2008: Gran manifestación en Madrid de policías y guardias civiles por los derechos laborales y profesionales.

La Dirección General de la Guardia Civil y la Policía anuncia sanciones contra los guardias civiles que acudan. Finalmente, se abrirán 4 expedientes a dirigentes de AUGC.

22 de enero de 2009: Primeras elecciones al Consejo Asesor de la Guardia Civil. AUGC logra una importante victoria: 9 de los 15 vocales.

12de febrero de 2009 :Constitución del Consejo Asesor de la Guardia Civil.

25 de junio de 2009: Asamblea General de AUGC. con asistencia del Director General de la Guardia Civil y Policía.

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