Siempre creí que la
peor intervención es aquella que se produce sin tomar conciencia de que hay
peligro. Verte rodeado por una masa de personas que se manifiestan, honrados
trabajadores que te identifican como el poder que los oprime y pueden matarte
sin querer, descargando cada uno su parte de ira sobre ese uniforme que
representa al Estado que protege a quien lo maltrata profesional, salarialmente
o ambas cosas a la vez.
Otro momento es
cuando llegas a una disputa o reyerta que en teoría es una riña sin más
consecuencias y en la que puedes ir pensando que no tendrás que hacer uso del
arma y en todo caso la defensa reglamentaria, o caso de violencia de género pensando
en detener si procede sin uso de fuerza, casos en los que no activas las
medidas de autoprotección como si te avisan que vas a un atraco o agresiones
con armas.
En Andújar llegas
confiado con el coche hasta donde está el vecino que insulta desde la calle a
otro vecino y te sorprende que lleve un cuchillo y un martillo. Has llegado
demasiado cerca y ese es el desencadenante de todo. El agresor se va por ti,
retrocedes tratando de ganar espacio, pero cuando ya lo tienes casi encima
tropiezas retrocediendo mientras sacas el arma que se dispara hiriendo de
gravedad a tu compañero. Caes al suelo, el personaje se abalanza sobre ti, te
agrede con golpes, navajazos y gracias a un vecino que se juega la vida puedes
separarte de él; estas herido, conmocionado, viendo a tu compañero herido
desangrarse y el individuo que intenta acometer contra el ciudadano que te ha
ayudado. Se oyen voces de vecino pidiéndote que dispares y mientras, en ese
momento de confusión el agresor sigue andando como un zombi y tu cabeza no es
capaz de decidir durante unos segundos si acudes a tu compañero y dejas huir al
responsable, hasta que decides que tu agresor es un peligro para cualquiera que
se cruce en su camino y le disparas varias veces hasta dejarlo en el suelo.
Entonces corres a pesar de tus golpes y heridas de puñalada a auxiliar a tu
compañero, a quien las lesiones del disparo le acaban costando la vida.
Desconozco si los
policías llevaban chalecos antibalas y la zona en que le impactó el disparo al
compañero muerto. Si no llevaban chaleco y el disparo fue en la zona de
protección, hay responsabilidad del Gobierno y de Interior. Cientos de millones
a Marruecos para coches último modelo o desalinizadoras y policías sin
protección ni arma taser que hubiera evitado dos muertes en España. Y lo que
viene ahora, la acusación contra el policía herido, el expediente interno y su
defensa penal dirán qué tipo de responsables políticos y mandos dirigen la
policía española. Espero que haya algún
mando de los que he conocido (los menos, pero los hay) que defiendan un trato
justo al policía herido y lo planteen así a las autoridades políticas, porque
he conocido a mandos empeñados en condenar al policía en situaciones en las que
han puesto en riesgo sus vidas.
Un trato justo al
policía muerto es la medalla de plata, entierro con honores y si tiene familia,
que perciba la pensión correspondiente con el incremento del 15% de la
condecoración, entierro con honores y placa o nombre a una calle en su pueblo,
Marmolejo, o en Andújar. El policía herido necesitaría un expediente de
jubilación por disminución de las facultades psicofísicas en acto de servicio y
una medalla roja que incremente su miserable pensión en un 10%. Que el
ministerio ponga a su disposición al abogado del Estado y que el policía esté
afiliado a un sindicato con un buen abogado penalista, que sepa exponer las
razones por las que no puede haber homicidio por imprudencia ni mucho menos
asesinato, que su condena, si se produce, sea leve sin ingreso en prisión y que
antes de que esta se produzca ya esté jubilado y no se vea privado de un
salario.
Puede haber un
fiscal y acusación particular que lo acusen de homicidio imprudente por la
muerte del compañero y de asesinato por disparar por la espalda a quien lo
había agredido. Un buen abogado debe proveerse de informes psicológicos, de los
vecinos que son testigos y de un relato coherente y creíble (por ejemplo, con
la línea argumental expuesta al principio de este escrito) que impida que este
policía, que se encontró con la peor intervención de su vida, además de cargar
toda su vida con la muerte de su compañero se vea condenado y cumpliendo pena
de cárcel.
José Manuel Sánchez Fornet
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