NOCHE DE FALLAS
Como a un muñeco de falla me quemaste, me quemaste… La
Organización Mundial de la Salud reconoce el síndrome de burnout o del
trabajador quemado como enfermedad profesional, enfermedad que se manifiesta en
algunos trabajadores, causada por el agotamiento físico y mental provocando un
estrés crónico laboral.
Pese a que la OMS dio un plazo ya cumplido de 18 meses para
su reconocimiento como enfermedad profesional y adopción por los Estados
miembros para su adecuación legislativa, España aún no ha adaptado dicho
reconocimiento. Se debe incluir el
síndrome de burnout también conocido como del trabajador quemado al listado del
Real Decreto 1299/2006, de 10 de noviembre, que recoge las enfermedades
laborales en nuestro país. Algunas sentencias de Tribunales reconocen el
burnout como accidente de trabajo.
“Entre los factores variables que intervienen en el
desarrollo del síndrome de burnout están las características del puesto y el
ambiente de trabajo. La empresa es la que debe organizar el trabajo y controlar
el desarrollo del mismo. Corresponde a ella la formación del empleado,
delimitar y dejar bien claro el organigrama para que no surjan conflictos,
especificar horarios, turnos de vacaciones, etc. Debe funcionar como sostén de
los empleados y no como elemento de pura presión. La mayor causa de estrés es
un ambiente de trabajo tenso. Ocurre cuando el modelo laboral es muy
autoritario y no hay oportunidad de intervenir en las decisiones”. Extrapolado
a la Guardia Civil del siglo pasado (en democracia), donde no había descansos,
límite horario y los servicios se conocían de un día para otro, muchas veces
con una antelación de pocas horas, dobletes y tripletes el pan nuestro de cada
día, el caldo de cultivo para el síndrome estaba servido. Las influencias
biológicas y emocionales debido a las alteraciones de los ritmos cardiacos, del
ciclo sueño vigilia, patentes. Si añadimos la caza de brujas propiciada por la
aparición del SUGC (Sindicato Unificado Guardia Civil) en la clandestinidad, la
represión materializada en la Operación Columna auspiciada por Felipe González,
quien en su día negó la existencia del SUGC, y aquello que se ignora continua
estando ahí. Y el ambiente pésimo imperante (no se fiaba uno ni de su propia sombra),
todo era noche de fallas. Ello contribuyó a cientos de bajas psicológicas y
personal retirado por los Tribunales Médicos Militares. Obviando certificados médicos
oficiales exponiendo “… Por lo que su régimen de vida debe de ser lo más
ordenado posible”. Ciertamente, en ese tiempo el síndrome de burnout o del
trabajador quemado, era completamente desconocido en España, lo cual no era
impedimento de implementar las mejoras necesarias para subsanar la Institución.
La AUGC debería demandar la inclusión del síndrome de burnout como una
enfermedad profesional.
La lacra de los suicidios en las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado, de la Guardia Civil en particular y en el ámbito laboral
en general, sin duda disminuiría con su reconocimiento, prevención e
intervención.
José Miguel
Prades Fabregat, miembro JDP AUGC Castellón y vocal GUCIPOL
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